Se empeña el gobierno y sus voceras en que vamos a una ‘nueva normalidad’. Repugna la frasecita. Parece que hemos salido de una guerra y vamos a vivir como ordene el vencedor. Alejamiento de las personas. Alejamiento de nosotros mismos. Alejamiento de la libertad. ¡Ya está bien! La vida anterior y la actual se regirá por la voluntad libre de cada ciudadano. Y si no le gusta al gobierno que se vaya él a una ‘nueva normalidad’, o sea, al infierno. Si la anterior vida no le gusta al vicepresidente Pablo Manuel Iglesias que se vaya con su ‘nueva normalidad’ a donde no lo conozcan. Al mismísimo infierno, si es que allí lo aceptan. 

Teníamos en la ‘vieja normalidad’ un respeto enorme a la separación de poderes, unas instituciones que cumplían con sus deberes, una oposición que ejercía su labor sin que el ejecutivo se lo impidiese, una justicia independiente y una sociedad plural que se ha expresado libremente en la calle y en las urnas. No parece que les guste a nuestros gobernantes actuales la ‘vieja normalidad’. Sobre todo al vicepresidente Iglesias, alias El Coletas. Por lo que dice y por lo que no hace. Porque tener en un gobierno un vicepresidente que se pasa el día criticando al gobierno al que pertenece tiene que ser un martirio. ¿Trabaja en algo el vicepresidente? ¿Cumple con sus responsabilidades? ¿Cuántas residencias ha visitado? Ninguna. Ni piensa hacerlo. Le carga la responsabilidad a las Comunidades Autónomas, sobre todo a Madrid y Castilla y León. No olvidamos que el 19 de marzo asumía el mando único de las residencias y prometía 300 millones que nunca han llegado. Es el vicepresidente que tiene el gobierno de España. Un hooligan echando gasolina a la convivencia. Un hooligan desleal con las estructuras del Estado. Con este ejemplar al mando no es de extrañar que la prima de riesgo suba, la confianza baje y la dignidad se resienta al máximo. Pero a él no le importa. Probablemente es lo que persiga.

Se le pueden dedicar muchos calificativos. Más fuertes de los que él utiliza con los presidentes de Castilla y León y Madrid. Les ha llamado criminales. “Un auténtico escándalo, si no es un crimen”. Y les ha culpado de los muertos en las residencias de ambas comunidades. Hay que ser miserable e irresponsable. ¿Qué habría fumado antes de hacer tales declaraciones? Un vicepresidente integrado en el mando único de gobierno con el control absoluto sobre las Comunidades Autónomas, un vicepresidente también de Asuntos Sociales y, por tanto, con la responsabilidad del control de las residencias de mayores de toda España, que ha estado absolutamente perdido y no ha adoptado ni una sola decisión para el sector residencial, se permite hacer tales infames acusaciones. ¿Y este 'pájaro' forma parte de la Comisión parlamentaria para la reconstrucción económica y social de España que precisa del consenso de todos para el bien común del país y sus ciudadanos? Menudo dislate y menudo tipo impresentable e indigno del puesto, regalado por Pedro Sánchez, que tiene en el Gobierno.

¿En un Estado de alarma en el que el Gobierno español (Sánchez-Iglesias) tiene todos los poderes a través de un mando único en la lucha contra la pandemia, quién es el responsable de lo que ha ocurrido en las residencias de personas mayores, el Gobierno español (Sánchez-Iglesias) o las Comunidades autónomas? ¿No se nombró a Iglesias, en mitad de la pandemia, responsable de las residencias a la vista de que su cartera es la de Asuntos Sociales? La verdad es que calló en todo momento, no dijo ni palabra sobre las residencias... No sé, sólo pregunto. 

Sólo pregunto. ¿Adónde quiere llevarnos este gobierno? No se ve muy claro y además huele mal. Huele a vocación totalitaria. Huele a debilitamiento de las Instituciones. Huele a asegurarse el chiringuito del poder. Todo el poder. Están hurtando todo el poder. Además de los privilegios a amiguetes con dinero del erario público. Están hurtando la libertad, la convivencia, la dignidad de algunas instituciones y el futuro del país. ¡Ahí vamos! O hay pronto una crisis de gobierno y el presidente Pedro Sánchez prescinde de los ‘podemitas’ y se libera de la soga que le tiene echada al cuello su vicepresidente Iglesias o a este país no lo va a reconocer ni la madre que lo parió.

Este país tiene que reaccionar. Han metido el miedo en el cuerpo a los ciudadanos y, con miedo, se obedece. Winston Churchill nos previno con antelación: “Uno nunca debe dar la espalda a un peligro amenazante y tratar de escapar de él. Si haces eso duplicarás el miedo. Pero si lo enfrentas de inmediato y si titubear, reducirás el miedo a la mitad. Nunca huyas de nada. ¡Nunca!”. Es hora de disentir. Disentir es un signo de calidad democrática. Y descalificar al que disiente es una de las mayores indignidades de un gobierno. Es lo que hace el vicepresidente Iglesias cada vez que coge un micrófono. 

Tenemos un ejecutivo débil. Tenemos un Parlamento dividido e insultante. Sólo se escuchan insultos y descalificaciones. Y odio. Puede que el odio de Iglesias sea calculado. Que busque un resultado. Que busque un objetivo concreto. De momento lo está consiguiendo. División e insultos. Y un país vulnerable. Peligro. Se acerca el terremoto del otoño. Los ciudadanos empobrecidos, endeudados y sin trabajo. ¡Ay el otoño! ¿Es esta la ‘nueva normalidad’?