Pensamiento

Nuestros muertos, nuestra legítima defensa

17 noviembre, 2015 00:00

Como el 11 de enero, los franceses se sienten unidos y solidarios tras un ataque tan cobarde y tan monstruoso. Pero se oyen ya algunas voces discordantes. Por retorcimiento o por un espíritu de falsa rebeldía, si no por síndrome de Estocolmo, siempre hay alguien que está dispuesto a dar la razón a los asesinos.

Por retorcimiento o por un espíritu de falsa rebeldía, si no por síndrome de Estocolmo, siempre hay alguien que está dispuesto a dar la razón a los asesinos

El trabajo de estos justificadores es cada vez más complicado. Pero tienen recursos.

Cuando los terroristas argelinos degollaban a argelinos en Argelia, nos explicaban que no había que tenérselo en cuenta; es que estaban oprimidos por los militares y por el poder.

Cuando los islamistas llegaron al poder en Túnez y en Egipto, permitiendo que los yihadistas amenazaran a los que no pensaban como ellos, tampoco había motivo para inquietarse. Por respeto a la democracia.

Cuando los terroristas se pusieron a matar a judíos en Francia, algunos no derramaron ni una lágrima, porque eran judíos y franceses. Porque los israelíes oprimían a los palestinos.

Cuando los terroristas mataron a militares franceses de origen árabe, tampoco se les lloró particularmente. Con el pretexto de que Francia había sido potencia colonial.

Así que es culpa nuestra si nos matan por amar la igualdad, la laicidad y la libertad de expresión. Es nuestra culpa si nos defendemos pacíficamente cuando se amenazan nuestrso derechos

Cuando mataron a dibujantes y a periodistas de Charlie porque defendían el derecho a la blasfemia y la libertad de reírse del terrorismo, hubo voces que se levantaron para explicarnos que no teníamos que "ser Charlie", y que el 11 de enero [fecha de la Marcha republicana en París] era una impostura.

Ahora que los terroristas ponen en el disparador a todo el mundo, a transeúntes que hacen footing, a personas aficionadas a la música o a tomar algo en una terraza, ¿qué podrían inventarse? Lo han encontrado ya. Rápido. Incluso demasiado rápido. Está decidido; esta vez, la culpa es de la intervención francesa en Siria.

Es por "nuestras guerras" exteriores contra "el islam político", según Michel Onfray y el NPA [Nuevo Partido Anticapitalista]. O por nuestra "islamofobia" y por nuestra ley sobre los símbolos religiosos en la escuela pública, según Los Indígenas de la República y el diario The Guardian.

Así que es culpa nuestra si nos matan por amar la igualdad, la laicidad y la libertad de expresión. Es nuestra culpa si nos defendemos pacíficamente cuando se amenazan nuestrso derechos. Y militarmente cuando se nos declara la guerra.

Esta cantinela no es sólo inmoral. También arma a los terroristas. Facilita sus operaciones de reclutamiento. Nos señala como objetivos. Son actitudes de colaboradores, de reemplazos, que hacen el juego a una propaganda que pretende destruirnos.

¿Estamos en guerra?

Lo que está claro es que Francia ya no está en paz. Un grupo terrorista convertido en Estado nos ha declarado la guerra. Envía soldados a cometer crímenes de guerra en nuestro suelo. Y más importante aún, ISIS no nos ataca por lo que hacemos, sino por lo que somos. Un país libre, laico y bon-vivant. Está escrito con todas las letras en el comunicado que reivindica el atentado del 13 de noviembre. Y eso lo cambia todo.

La guerra de Irak, a la que nos opusimos con toda la razón, no tenía relación con el 11 de septiembre, y se situaba al margen del Derecho internacional. La intervención en Siria, en cambio, está bien fundada. Corresponde a los criterios internacionales: los de la legítima defensa.

Los rusos deben sumarse a nosotros, y no al revés

¿Qué pensar de otras voces que se alzan... y que, en nombre de esta legítima defensa, sugieren que abandonemos nuestros prejuicios hacia Bachar El Assad y nos sumemos a los rusos?

Que lo confunden todo, también ellos. No nos corresponde aliarnos con los rusos para apoyar a Bachar El Assad. Son los rusos quienen deben sumarse a nosotros para combatir a ISIS, en lugar de dedicarse a bombardear prioritariamente a grupos rebeldes moderados.

Apostar por Bachar El Assad, como nos piden los rusos y sus aliados del Frente Nacional, no ayudaría a combatir a ISIS; haría de nosotros un objetivo mucho más justificado.

Defenderse sin Bachar El Assad

Atacar a Francia, que rechazó la guerra en Irak y combate en estado de legítima defensa en Siria, sin tomar partido por un dictador sanguinario, tan sólo tiene sentido para los fanáticos de ISIS.

En cambio, atacar un país que apoya a Bachar El Assad y sus matanzas masivas tendría más sentido. Es exactamente la polarización que busca ISIS: ellos contra todos los demás, las democracias en el mismo saco que el verdugo de Damasco. Es una trampa. Perderíamos nuestra ventaja moral e ISIS ganaría el poder de seducir y de reclutar con más eficacia entre los musulmanes europeos, entre aquellos que se identifican con las víctimas de El Assad y se sienten rechazados.

El FN nos debilitará

Existe otra trampa, la de caer en el racismo que nutre a nuestros enemigos. La posibilidad de que el Frente Nacional pueda gobernar en varias regiones de Francia [tras las elecciones regionales de diciembre] y controlar su imagen exterior fortalece su propaganda.

Es una elección que nuestra democracia electoral hace posible; es por tanto un derecho. Pero es una elección que rompería nuestra cohesión nacional y nos debilitaría como nunca en esta guerra. Una guerra que es a la vez militar, ideológica y psicológica.

[Artículo traducido por Juan Antonio Cordero Fuertes, publicado en la versión francesa de The Huffington Post y reproducido en CRÓNICA GLOBAL con autorización]