Se cierra Madrid. Se somete el poder judicial. Se maneja el Congreso para que legisle según quiere el Gobierno. Adiós a la democracia en España. A esta seudo-democracia, porque nunca ha sido auténtica. Más bien ha sido una partitocracia, siempre al servicio de los partidos políticos y nunca al servicio de los ciudadanos. Ahí vamos. Y los ciudadanos quietecitos en casa sin nada que reclamar. Nos cargamos la democracia. Y esto va con todos nosotros. Con ustedes también. “Cuando vayan a por vosotros no quedará nadie para denunciarlo”, ya lo adelantó Nienöller.

El Congreso es una bronca continua. De legislar, ni se acuerdan. Bronca tras bronca que el gobierno alimenta con el fin de convencer a los ciudadanos que enfrente sólo hay ultraderecha. Se olvida el gobierno que en las filas del gobierno hay un vicepresidente con posibilidad de ser imputado y su socio Podemos tiene encausado ante el Tribunal Supremo al diputado Rodríguez. Primero hay que estar limpio para hablar y libres de toda duda o sospecha. El ejemplo, por delante. Por lo menos el ejemplo ya que la palabra no la respetan y no cumplen nada de lo dicho antes de estar en el gobierno o durante la campaña electoral, tanto por parte del PSOE como de Podemos. Entre todos nos cargamos la democracia.

El plan ‘bolivariano’ del PSOE y Podemos para controlar el Poder Judicial no solo preocupa en España. También en la Unión Europea. Algún país ya pide sanciones a Sánchez por el ataque del Gobierno al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Si la reforma se materializa Bruselas podría sancionar a España porque es incompatible con el derecho europeo. Hay inquietud en la Unión Europea. La renovación del CGPJ parece un calco de lo que hizo Maduro en Venezuela. ¿Por qué esa urgencia en cambiar? ¿Quieren salvar a Pablo Manuel Iglesias, vicepresidente con Sánchez, de una posible imputación del Tribunal Supremo? Si el cambio va por ahí, nos cargamos la democracia.

Se suponía –ciega ilusión—que el PSOE y Podemos iban a proponer un ley para que los jueces eligieran a los jueces. Así lo habían predicado en sus campañas. Pero no. No. Quieren rebajar la mayoría parlamentaria para seguir repartiendo los cargos de la Justicia como mejor le parezca al Gobierno. Y piensan seguir en el Gobierno de por vida. Seguro. Porque ¿y si en las próximas elecciones gana Vox? Gobierno de Vox y el PP. Seguro que PSOE y Podemos querrán anular la ley. ¿A qué jugáis Pedro y Pablo? Si buscáis que no se investigue a Pablo Iglesias como presunto autor de tres delitos en el ‘Caso Dina’ y los pagos irregulares a la consultora Neurona o la ‘caja B’ de Podemos, será la mayor estafa a los ciudadanos al no ser todos iguales ante la ley --ya no lo somos--. Será algo imperdonable. Ya Motesquieu advirtió de que la mayor tiranía es la que se ejerce en nombre de la justicia con aparente legalidad. Es lo que busca el gobierno de Pedro y Pablo. Así nos cargamos la democracia.

No es muy optimista la situación en España. Se extiende el Coronavirus. Europa se replantea las ayudas a España, un Estado fallido para algunos magistrados de la UE que no ven con buenos ojos los desmanes y la acumulación de poder ejecutivo, legislativo y judicial por parte del Gobierno de Pedro y Pablo. El FMI alerta de que España no generará empleo. Illa cambia de criterio para alargar el estado de alarma de Madrid. Irene Montero polemiza en público sobre el Rey y RTVE sufre la mayor pérdida de audiencia. Y de postre dice la ministra de Hacienda que no se publicará la lista de la última amnistía fiscal. ¿No lo prometió Pedro Sánchez? Sí. Pero no veremos la lista. Tenemos a España hundida en la crisis económica, volvemos a los años cincuenta. Hundida por la crisis constitucional, de gobierno y de partidos. Enfrentamiento de los poderes ejecutivo y judicial, crisis con la monarquía y un gobierno autoritario. Y el hambre llama a la puerta de muchas casas, de muchas familias. Desempleo y pobreza. Y, además, el mundo cada vez nos mira peor. ¿Hay quien dé más? La levadura sigue fermentando. Peligro. Nos cargamos la democracia.

Y después de todo esto ¿qué vendrá? ¿Hacia dónde nos llevarán Pedro y Pablo? Cuidado. Puede que el hoy ciudadano sumiso mañana esté alterado Y que la Castellana quede pequeña y estrecha para acoger a tanto ciudadano reclamando pan, trabajo y libertad. Ya sabemos que “el perdón es la clave para la acción y la libertad” como dijo Hannah Arendt, pero puede que el ciudadano borre esa palabra de su diccionario porque su desesperación ha sobrepasado todos los límites. Tal vez este Gobierno debiera pararse un momento y analizar las consecuencias de sus obras. Todavía hay tiempo. Todavía se puede salvar la democracia.

En la última semana el muy estirado presidente Sánchez ha recibido cuatro guantazos de los tribunales. Cuatro. La Audiencia pide al Supremo que impute a Iglesias; desestima la querella de Irene Montero contra una concejal de Vox por pasear delante de su casa; los sanitarios carecieron de protección y la sentencia del TSJM al tumbar las restricciones de Illa sobre Madrid. Cuatro castañazos. El cabreo lo ha pagado Madrid. Una dictadura blanca revolotea alrededor del Congreso y el Tribunal Supremo. Esperemos que se rompa un ala. Porque sino, ya los ciudadanos nos preguntamos ¿qué será lo próximo? ¿El fin de la democracia? Por si acaso ya están sonando los timbres en la puerta de la Unión Europea.