Con cada nueva reunión de los independentistas, como la de ayer en Palau, uno se da cuenta de por qué están en lo público y jamás han pisado una empresa privada. Es fundamentalmente un problema de concepto. Uno, en la empresa privada, se intenta rodear de gente brillante. Estos, en la empresa pública, simplemente se rodean de vasallos sin más aspiración que un plato de lentejas, bien pagadas, a final de mes.
Los resultados son obvios. Con sinceridad, ¿alguien en la empresa privada se hubiera rodeado de personajes como Carles Puigdemont, Carme Forcadell, Mònica Terribas o incluso Oriol Junqueras? Sumas su carreras fuera del circuito del dinero público y su valor es cero. Ya descubrimos hace un tiempo a la erudita doctora Terribas, el resto casi no dan ni para eso. Son como una banda. Uno mintiendo sobre su CV, con su pasado oscuro; otra que ni fue querida por ERC cuando pululaba por Sabadell, y Junqueras, con un pasado casi aristocrático, tanto que incluso le abrió la puerta a sus actuaciones televisivas en TV3 de hace casi 20 años. Ya saben, cuando había sido presentador de un programa, con el comisario Toni Soler, en TV3, o peor para sus admiradores, cuando llevaba una sección en RNE, si señores, Radio Nacional de España, con Olga Viza.
Con sinceridad, ¿alguien en la empresa privada se hubiera rodeado de personajes como Carles Puigdemont, Carme Forcadell, Mònica Terribas o incluso Oriol Junqueras?
Pero, claro, cuando el mesías se llama Artur Mas, aquel del avión privado y yate de 16 metros de eslora para ir de Barcelona a Formentera a pescar, se explica todo. Lectores, ahora que empieza el sol y el buen tiempo, piensen por un momento cuántos trabajos privados te permitirían vivir como estos reyes de la política. Seguramente pocos, y lo peor es que esos pocos requerirían una dedicación y una finura en el trabajo poco dada en esta tropa.
La verdad, no imagino a empresarios o directivos de esos bregados en mil batallas convocando decenas de reuniones por el simple miedo a firmar el papelito del referéndum. Al final, lo más triste de la historia es que personajes así, cobardes por definición, hacen buenos algunos discursos de la CUP: "Menos actos y una fecha". Pero, claro, en lo público, a estos personajes no les eligieron para pensar. Y, sin pensar y sin experiencia en la vida ni en la empresa privada, ya hacen bastante manteniendo su cargo. La experiencia es todo en la vida. En la política debería ser todo y más. Lastima que algunos han creído que la política era todo y Mas, Artur Mas.