Quedé a tomar un café hace unos días con un viejo amigo que me mostró en el móvil una foto de Artur Mas comiendo solo en un restaurante japonés. La foto producía cierta tristeza. Como dijo mi amigo, “¿Tú crees que es normal que semejante amo del universo no encuentre a nadie que le acompañe a almorzar?” Tras la célebre festassa en Cadaqués de Pilar Rahola, pensé en lo bien que le habría sentado al Astut que lo invitaran, pero todo parece indicar que nuestra más destacada representante del periodismo cortesano y servil ya le ha sacado todo lo que le podía sacar y cree ciegamente en ese refrán que reza "A rey muerto, rey puesto".

Como ya se ha escrito mucho al respecto y uno siempre aspira, modestamente, a añadir algo nuevo a lo dicho, tengo la impresión de que la paella de marras es un nuevo intento de la anfitriona por demostrar que es una figura imprescindible del Prusés. O que ella es el Prusés. Por eso distribuye urbi et orbi fotos y vídeos sin los que el encuentro habría sido lo que aparentaba ser: una reunión de amigos en pantalón corto consagrados a la xerinola y a perpetrar canciones de los Beatles y de Serrat tras haberse puestos tibios de vino. Lo que realmente era es una parodia nostrada de las fiestas de JFK en los veranos de Martha´s Vineyard, cuando su esposa Jacqueline era la anfitriona ideal de los happy few. Como de glamour andamos justitos, hemos pasado de Martha´s Vineyard a Cadaqués y de Jackie O a Pili R, pero ustedes ya me entienden: una versión del cogollito de Madame Verdurin de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, pero reescrita por Matthew Tree.

Evidentemente, en el Camelot de Pili R no caben los fracasados a cuya sombra ya no se puede medrar: de ahí la ausencia del Astut, condenado a comer solo hasta el fin de los tiempos porque nadie quisiera estar en sus zapatos, al borde de la inhabilitación y tratando de resucitar a un cadáver político. Puede que Pili R ya esté preparando la biografía definitiva de Puigdemont (¿The Cocomocho years?), e incluso que ya sepa cómo abordar la hagiografía de quien le suceda. Mientras tanto, se hace la ofendida por el impacto de un material audiovisual que ella misma ha difundido y sigue medrando, que es a lo que ha venido a este mundo. Al comisario Trapero le ha buscado la ruina, pues no ha sentado bien entre los mossos ver a su jefe de compadreo con alguien al que igual hay que detener un día de éstos para inhabilitarlo y, tal vez, enviarlo al talego. ¿Pero eso a ella qué más le da si así incrementa su gloria? Trapero, Mas…. daños colaterales; como aquel personaje a medio asesinar de Uno de los nuestros que hace ruido desde el maletero de un coche mientras los que le conducen a su última morada han hecho un alto en la casa de la madre de uno de ellos para degustar sus deliciosos macarrones.