Hace ahora casi un año comenzaron los trabajos para retener la actividad industrial de Nissan en Barcelona y su entorno, algo que no fue posible. Junio y sobre todo julio se dedicaron a las negociaciones de las condiciones del cierre y ahora comienza una nueva etapa en la que se tratará de dotar de una nueva actividad a las instalaciones de Zona Franca, Montcada y Sant Andreu de Nissan Motor Ibérica de manera que no solo se logre preservar el mayor número de puestos de trabajo posible sino, también, continuar siendo uno de los motores industriales de Cataluña, traccionando al mayor número de proveedores posible.

En las últimas semanas la atención se ha centrado, lógicamente, en lo más visible de las negociaciones, las condiciones de los despidos y el cese de la huelga por parte de los trabajadores, pero durante esas semanas, no exentas de tensión, se negociaron muchas más cosas, entre ellas reducir el perímetro del cese de actividades (el centro técnico y el departamento de compras seguirán abiertos), la fecha efectiva del cierre y el compromiso de trabajar empresa y sindicatos, conjuntamente con las Administraciones, en la concreción de un plan de reindustrialización.

Las condiciones laborales son las que han logrado pactar cediendo unos y otros, de eso va una negociación, lograr un punto de encuentro abandonando cada uno sus posiciones de partida. Pero lo más importante, el compromiso de reindustrialización y la fecha efectiva del cierre, quedaron en un segundo plano mediático y son, sin duda, lo más relevante de la negociación para nuestra sociedad. Nissan seguirá vendiendo coches en España, más allá del cierre de sus instalaciones industriales en Cataluña, y empleando a unas 2.000 personas, más que muchos otros fabricantes. Por eso, pero también, por el profundo significado que tiene para las grandes empresas japonesas la responsabilidad social, ha hecho posible un escenario donde aún se puede soñar con una solución razonable en lo industrial. La prórroga de un año respecto a los planes iniciales es, sin duda, lo mejor del acuerdo para el entorno porque permitirá buscar inversor, o inversores, creíbles y con proyectos a medio y largo plazo, de manera que en Zona Franca siga latiendo uno de los corazones del motor catalán.

La fase que comienza ahora tratará de atraer inversores pero también de espantar a los moscones que ya sobrevuelan por aquí. Un acuerdo de reindustrialización va acompañado de ayudas, y más ahora donde toda Europa tiene el objetivo de reconstruir el dañado tejido productivo. Pero si alguien solo invierte por las ayudas mejor que no venga porque la aventura seguro que acabará mal.

La comisión para la reindustrialización comienza ahora, formada por quienes se comprometieron a principios de agosto, es decir, la empresa y los sindicatos con el apoyo de las administraciones. Nadie más, ni nadie menos. Por ella pasarán quienes tengan algo serio que contar, pero no hace falta que participe nadie más, entre otras cosas porque lo deseable es que no sepamos de ella hasta que no haya inversores con garantías. Las negociaciones, todas, se han de llevar con discreción y más si se trata de atraer inversores serios porque el dinero es huidizo. Los objetivos están claros, mantener el máximo número de puestos de trabajo de calidad del ecosistema actual porque entorno a Nissan, como entorno a cualquier fabricante de coches moderno, se ha desarrollado un más que atractivo ecosistema de fabricantes de componentes y ojalá sea posible aprovecharlo. No hay cabida para inventos ni para ocurrencias, solo para proyectos industriales serios.

El cierre de una planta es un hecho traumático para un fabricante porque no solo prescinde de mano de obra muy cualificada e instalaciones de primer nivel, sino que, además, pierde un ecosistema capaz de producir y suministrar de manera síncrona. Por eso la decisión no pudo ser ni sencilla ni mucho menos placentera para Nissan, como no lo es amputarse una mano o un pie. Lo complicado ahora es encontrar proyectos que traccionen a cuantos más proveedores mejor, para lograr ser un motor de la transformación del sector del automóvil español.

La comisión para la reindustrialización tiene meses de mucho trabajo por delante. Lo mejor que podemos hacer es dejarles trabajar con tranquilidad y que dentro de varios meses, puede que bastantes, nos digan que lo han logrado. ¡¡SUERTE!!