El confinamiento total. Este es el debate de las últimas horas de la crisis del coronavirus. Crisis sanitaria, social y económica. ¿Cómo afrontarla? El Gobierno mantiene su política de acciones graduales. Apostó por el confinamiento parcial, aunque exigente, para contener la propagación y que ha tenido una fuerte repercusión económica. Los cierres de empresas y sectores han desembocado en un alud de expedientes temporales de regulación de empleo. Otros sectores no afectados han tenido que cerrar por falta de pedidos, por falta de actividad y por no tener piezas para poder trabajar. Otros apuestan por ir más allá. Murcia, Andalucía, Castilla La Mancha y Castilla y León quieren ir más allá cerrando algunos sectores no esenciales, y Cataluña apuesta simple y llanamente por un confinamiento total.

Los científicos también discrepan, defendiendo ambas opciones, por lo que no aportan demasiada luz a este conflicto. Sin embargo, la propuesta de Torra de “cerrar Cataluña” es toda una bomba de relojería adosada a la economía catalana. Torra defiende cerrar todo excepto servicios esenciales. Aquí radica la cuestión. El listado de servicios esenciales es infinito. De limpieza y desinfección; industria alimentaria; industria química --conservantes y plásticos-- metalúrgica y papelera que abastecen a la alimentaria; transporte de mercancías; transporte de personas, ya bajo mínimos; industria energética de agua, luz y gas; telecomunicaciones; industria química para abastecer a las gasolineras; comercio alimentario, textil o lavandería industrial; sanidad, recogida de basuras; agricultores, pescadores y un largo etcétera.

Se hace difícil pensar que más allá de estos sectores la movilidad sea importante. La vida en los polígonos industriales está bajo mínimos. O no llegan las piezas o nadie hace pedidos. Todo se para. Tampoco está claro, que ese supuesto cierre total sea efectivo. Muchas voces científicas afirman que este confinamiento no es garantía de éxito frente al virus porque en el momento de levantarlo sus efectos pueden ser muy negativos con un repunte de los contagios.

El empecinamiento de Torra tuvo Foment una dura respuesta de la patronal catalana, Foment del Treball. No es habitual el tono del comunicado que definía su posición sin ambages “el confinamiento total no es una medida proporcionada en la actual situación de crisis sanitaría y de colapso económico”. El presidente de los empresarios catalanes, Josep Sánchez Llibre, va incluso más allá cuando pone en duda la propia filosofía de Torra “decir que el confinamiento total prioriza la salud frente a la economía es un planteamiento maniqueo” y “no tiene en cuenta que sin el mantenimiento y posterior recuperación del nivel de actividad muchas familias quedarán expuestas a problemas de subsistencia”.

Cuentan que a Torra no le ha sentado nada bien la postura de Foment. Sánchez Llibre ha echado agua a su vino aguando su estrategia. Una estrategia que ha pasado de menospreciar la crisis, a acusar al Gobierno de aplicar un 155 encubierto, para acabar en exigir una dureza mayor de este 155 al que dicen criticar. Además, Torra oculta que su medida estelar acabaría con varios miles más de trabajadores en el paro y más empresas abocadas al cierre. O sea, más ciudadanos en situación delicada para afrontar una recuperación que mal se puede hacer si la economía está en la UCI y se agrava la situación. Los peores augurios sitúan en diciembre el momento del repunte. Demasiado tiempo.

Torra no está por matices. Va a lo suyo. Utiliza el coronavirus como arma política lanzando tres mensajes: el contagio viene de España; una republicana catalana hubiera afrontado la crisis con garantías, como recoge el inefable --e impresentable-- tuit de la que fuera presidenta del Parlament, Núria de Gispert, ahora convertida en personaje de cómic, y el Gobierno central es acusado de priorizar otras autonomías antes que Cataluña. Vamos, que la abandona a su suerte.

Torra intenta utilizar el rio revuelto para ganancia de pescadores. Se monta a lomos de un debate rodeado de incertidumbre para agitar el debate independentista. Recurre primero a la vieja receta pujolista de mimetizar al presidente catalán con Cataluña, lo que hace que a ERC le tiemblen las piernas y, en segundo lugar, acusa a España de maltratar a Cataluña. Ciertamente, el debate sobre cómo se ha de afrontar la lucha contra el virus esta ahí, pero utilizarlo de esta forma no es ético ni honorable, president.