"El Palau de la Generalitat está en la plaza de Sant Jaume de Barcelona, no en Waterloo". Cuando vi a la portavoz socialista en el Parlamento de Cataluña, Eva Granados, pronunciar esta frase ante las cámaras de televisión, pensé que, por una vez, la siempre cauta y muy precisa diputada del PSC había incurrido en el vicio de hablar por hablar, de decir simplemente una obviedad en un intento de dar con un titular. No tardé mucho en darme cuenta de que aquella obviedad no solo no tenía nada de simpleza sino que expresaba a la perfección el sisentido o el despropósito en que se encuentra instalada la política catalana desde hace, por desgracia, demasiado.

El escritor suizo Friedrich Dürrenmatt dejó escrita una frase lapidaria que, por desgracia, viene a pelo para aplicarla a la situación política que Cataluña lleva viviendo, como mínimo, desde hace ya media docena de años. "Tristes tiempos --escribió Dürrenmatt-- en los que hay que luchar por lo que es evidente". También el alemán Bertolt Brecht escribió algo muy parecido: "Qué tiempos estos en los que hay que luchar por lo obvio". Afortunadamente, la situación política catalana actual poco o nada tiene que ver con aquellas a las que tanto Dürrenmatt como Brecht tuvieron que hacer frente, en pleno auge del nazismo y de otros totalitarismos. No obstante, en la actualidad, por desgracia, también en Cataluña es necesario, e incluso imprescindible, luchar por lo que es obvio, combatir por lo que es evidente, y sobre todo defenderlo. De ahí el acierto de las solo aparentemente tan obvias declaraciones públicas de Eva Granados que en un principio tanto me sorprendieron.

La política catalana se supera cada día en el desatino, en el puro disparate, y hace imprescindible luchar por lo que es obvio y evidente

La política catalana se supera cada día en el desatino, en el puro disparate. Lo ha denunciado de nuevo Joan Manuel Serrat: "Es la feria de los disparates. Cada día ocurren cosas, hemos pasado de tener un presidente a tener dos y en estos momentos ya no sé dónde está. Deben estar mareando la perdiz y acabarán mareándose ellos. Están en un callejón sin salida, pero eso no significa que el proceso independentista se haya acabado, porque ha existido, existe y existirá".

También Serrat, un hombre tan curtido en el antifranquismo como en muchos otros movimientos contra todo tipo de dictaduras, lucha y defiende lo evidente, combate por la obviedad. Lo ha recordado una vez más: "Uno no puede dejar de dar su punto de vista como personaje público sobre determinadas cosas, aunque eso conlleve que quien tiene otra visión del relato crea que eres indispensable por decirlo. Pero yo --apuntaba Serrat-- he hecho siempre lo que quería hacer y, si echo la vista atrás, noto cariño y comprensión".

Sin embargo, no fue cariño ni comprensión lo que Joan Manuel Serrat encontró en el acto organizado el pasado fin de semana en Sant Vicenç dels Horts por ERC en recuerdo de Oriol Junqueras, presidente de este partido y exvicepresidente de la Generalitat, que lleva ya más de tres meses en prisión provisional preventiva en la cárcel de Estremera. A los organizadores del acto --repito, gente de ERC-- se les ocurrió poner como fondo musical, entre otras, una canción de Serrat, Para la libertad. ¿Resultado? Una pitada extraordinaria. Tan extraordinaria que tuvieron que retirarla. Una vez más, un ataque a lo obvio, un atentado contra la evidencia.

Como dijo Friedrich Dürrenmatt, "tristes tiempos en los que hay que luchar por lo obvio".