Una lluvia de millones apaga el incendio catalán

Josep Maria Cortés
7 min

Los Presupuestos Generales del Estado de 2022 abrirán un escenario nuevo en Cataluña. El Gobierno ha superado el desgaste de los indultos, especialmente después de que 190 diputados apoyaran en el Congreso a Sánchez frente al veto de Casado. Respecto a las cuentas del próximo año, el Ejecutivo ha recibido la bendición adelantada del nacionalismo vasco, PNV y Bildu, y ahora espera que la mesa de negociación con Cataluña refuerce sus lazos con ERC. Aunque Pere Aragonès siga exigiendo de palabra la amnistía y el referéndum binario, los hechos desmienten su teatrillo: el mordisco catalán a los nuevos Presupuestos del Estado, con el sello de los fondos Next Generation, está ya acordado entre Sánchez y Aragonès en sus líneas generales.

Los de 2022 serán unos presupuestos expansivos y habrá para todos. Moncloa tiene claro que va a consolidar la mayoría que le permitió aprobar las cuentas de 2021, sin la ayuda de Junts per Catalunya. El mapa político catalán ha modificado su correlación de fuerzas en beneficio de Esquerra y, paralelamente, el PDECat se sube al carro de la negociación con la idea de olvidar la autodeterminación y pactar avances económicos importantes.

La negociación será en septiembre; pero las líneas maestras de la nueva conllevancia Cataluña-España han sido trazadas ya en los últimos días. Y tienen un precio: una lluvia de millones que apagará de momento el incendio catalán. Esquerra no aceptará romper la coalición que la mantiene a la cabeza del Govern, pero tampoco retrocederá en los pactos con Madrid. Se da la coincidencia además que el Govern de la Generalitat prepara sus propios Presupuestos, con un anteproyecto previsto para setiembre; de hecho, la presencia de Jaume Giró, ex director general de la Fundación Bancaria La Caixa, como consejero del Departamento de  Economía de la Generalitat, responde a este anhelo de hacer coincidir las cuentas del Estado con las catalanas. El trasvase de fondos y la justificación de los recursos destinados serán mucho más rápidos. En esta luz al final del túnel interfiere de repente el aval de diez millones puesto por la Generalitat a disposición de los líderes del procés sancionados por el Tribunal de Cuentas. Empezamos la etapa de bonhomía con una piedra en el zapato, a la que Giró no considera dinero sino un “sistema de aval y contra aval”. Pero atención: avalar una sanción causada por lo que se malversó es una malversación doble.

El clima de diálogo centro-periferia se ha instalado, no sin dificultad, basándose en una idea que lo fortalece: la estética de la España plural como forma de justicia. Sin embargo, cuanto más cerca está el mundo socialista de este principio más se aleja de la segregación separatista. El federalismo del actual PSOE es un espacio devastado al que los organismos vicarios, los barones territoriales y los ministros solo conceden valor si lleva la impronta del atuendo sanchista. El nihilismo territorial de la vieja guardia, los Felipe, Guerra o Almunia, dejó una huella indeleble que Sánchez no puede cruzar.

La extrema derecha nacionalista europea, con centro de gravedad en Hungría y apoyos en Italia (Lega Norte) y España (Vox), ha puesto en marcha una escuela de formación de cuadros para el gran salto populista hacia una UE que contemple reforzar la soberanía de las naciones, en vez de fomentar la Unió Política de los 27. Los padres de la criatura ultra vindican a los  fundadores de Europa, los De Gasperi, Adenauer, Monnet o Schuman, y esperan a que los demás nos caigamos del guindo. Se les ve el plumero. Por su parte, Casado y su regenerador congresual, Albert Rivera, no se manifiestan. No quieren acordarse de cómo el nacionalismo duro unió al mundo soberanista catalán con Matteo Salvini, líder de la Lega, y abrió las puertas de Polonia, Hungría y especialmente de Flandes a Carles Puigdemont. El nuevo nacionalismo, surgido después del desastre de los Balcanes, no es antiglobalizador; hoy alienta un neoliberalismo sin fronteras compaginado con la hegemonía militar de las viejas naciones.

El nacionalismo europeo, que provocó dos guerras totales, aporta presiones externas que no dudarán en unirse a las presiones internas del soberanismo catalán. Significan ambas una amenaza doble para el Estado de Derecho español. El PP duerme el sueño de los justos viendo crecer su intención de voto, mientras el Gobierno utiliza los resortes del poder: medidas de gracia y pactos con el Govern para mejorar un clima político muy enrarecido.

El resorte de la economía ha sido siempre la mejor solución. Estamos a un paso de entrar en una etapa de crecimiento sin barreras; la inversión pública espoleará a la privada --las bolsas de todo el mundo descuentan ya este dato con un crecimiento exponencial de la liquidez-- y recalará en negocios de futuro, como la sanidad, la energía sostenible o la cultura. El primer paso son los presupuestos expansivos de 2022, un regalo del cielo para la economía catalana sumida en la desmoralización, después del abandono de las sedes fiscales de los blue chips. Las sedes de las corporaciones no son ninguna bagatela; son el corazón de las cadenas de valor y volverán si aprovechamos la lluvia de millones.

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¿Quién es... Josep Maria Cortés?
Josep Maria Cortés

Periodista de economía, realizó una parte importante de su carrera en El País y en los últimos años ha colaborado con La Vanguardia, Catalunya Ràdio y ED. Antes, desempeñó el cargo de director en Barcelona de la consultora multinacional de la comunicación Porter Novelli. Fue durante cinco años analista semanal en el programa Bon dia, Catalunya de TV3. Inició su carrera profesional en El Noticiero Universal y en El Correo Catalán, perteneció a la plantilla fundacional de TV3 y fue el primer corresponsal en Barcelona del diario financiero Expansión. Ha publicado, como autor y coautor, varios libros de investigación periodística, entre ellos, Memoria de Catalunya, del regreso de Tarradellas al pacto Pujol-Aznar (Taurus) o Los yuppies de Pujol llegan a la cima (ED).