Aragonès o así habló Zaratustra. Mientras tanto, en medio del caos, Esperanza Aguirre vende a Villar Mir su cuadro de Goya oculto; sale imputada por presunto fraude a Hacienda y es investigada por la Fiscalía por un posible delito de falsedad. Para quedarse más ancha que pancha, dirige su ira a los “chiquilicuatres” de Génova que temen el éxito cantado de Díaz Ayuso, desde su victoria aplastante del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid. Pablo Casado aguanta el tirón en silencio. Y paralelamente, en Cataluña, Pere Aragonès reacciona ante las imposiciones ridículas de Junts, que quieren a Turull, Rull y Miriam Nogueras --'chiquilicuatres', sí, pero nuestros y entrañables-- en la mesa de diálogo con Madrid. Aragonès se planta; ya era hora y suspende la incorporación de Junts. El president se verá las caras hoy con Sánchez sin las interrupciones de sus socios. Y después de la bilateral entre ambos presidentes, el Gobierno se sentará con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaño, al frente. Con un aviso a navegantes: en la mesa no hay posibilidad de negociar un referéndum, ni siquiera consultivo.

¿Es el fin de la coalición catalana? No, pero casi. Es un órdago en contra del extremismo nocivo de los socios de coalición. Si, como dice Esperanza Aguirre,  en Génova hay “chiquilicuatres, niñatos y novatos”, imagínense en Cataluña, donde la dirigencia enfermiza, empujada por Paluzie y Jordi Cuixart, no deja de poner palos en las ruedas, a pesar de que su militancia se raja por momentos, como demuestra una Diada celebrada con una sexta parte de los que asistieron en 2019. La ANC y Òmnium, soportes civiles del soberanismo, están ya en tierra de nadie.  

Sánchez lidera el contacto con el Govern, previsto para hoy en Barcelona, con la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, resumiendo los avances, si los hay, en medio de un alud de críticas, no solo de la oposición, sino también del sector disconforme del PSOE. El presidente de Castilla La Mancha, García-Page, denuncia el trato de favor a Cataluña y trata de apagar la voz de Isabel Rodríguez, que fue alcaldesa de Puertollano, ciudad con peso industrial en la comunidad castellana. Ella es la referencia de Moncloa como posible candidata, en las próximas elecciones autonómicas. El golpe bajo de Sánchez y Bolaño dice a las claras que hay presidente para rato, aunque no lo quieran las vicarías jacobinas del PSOE.

El empuje del Gobierno reaparece a las puertas de un otoño caliente anunciando la desaparición por Decreto de los beneficios extras de las eléctricas con el objetivo de reducir la tarifa de la luz (¿puro gesto?) y la subida del salario mínimo, sin la aceptación de CEOE, donde Antonio Garamendi vuelve al cesto. El Gobierno trata de capitalizar políticamente las subvenciones de Bruselas y mostrar a la población que la recuperación económica alcanza a las capas más desfavorecidas. 

En el otro lado de la política nacional, el PP atraviesa el problema del ascenso imparable de Díaz Ayuso, que estudia presentarse a las primarias a la presidencia del partido en la Comunidad de Madrid. Ayuso recibió el lunes un espaldarazo de Esperanza Aguirre y la reprobación inmediata de Génova, sede del partido conservador. Su secretario general, Teodoro García Egea, desmontó el castillo de naipes de Esperanza frente a los 'chiquilicuatres' y la relacionó con la etapa de la corrupción del PP de Madrid, “con la que nosotros no tenemos nada que ver”, dijo este hombre sin luces, abriendo, una vez más, el melón de la corrupción. Se olvida de que Casado fue encumbrado por Esperanza a la cima de Nuevas Generaciones. En todo caso, la pugna por el control del PP español entre Díaz Ayuso y Pablo Casado se ha puesto una vez más en total evidencia. Casado, por lento, deja en segundo plano su mensaje central: la necesidad de unidad del centro derecha. Génova quiere que Ayuso y el alcalde de Madrid, Martínez Almeida, se presenten unidos a la convención regional de octubre y se repartan el poder dentro de la propia organización. Pero ya es tarde; Ayuso va por libre. Ella prepara un viaje de promoción a EEUU, en el curso del cual tiene previsto celebrar una visita de Estado al presidente Biden, saltándose todos los protocolos.

Mientras tanto, la Cataluña 'chiquilicuatre' de Junts, Waterloo, ANC y Òmnium no se cansará hasta que la ERC de Junqueras y Aragonès entierre su doble discurso. El primero llora por la independencia aplazada, mientras el segundo hace como que negocia y a lo mejor negocia. Gaznápiros ambos; están perdiendo un tiempo precioso, en pleno impulso de la UE.