Llevábamos muchos años intentándolo, pero esta vez lo hemos logrado. El mayor congreso mundial de telefonía, datos y movilidad no se celebrará en Barcelona este año y quien sabe lo que ocurrirá a partir de ahora. Hemos organizado huelgas de metro, autobús y taxi, hemos hecho la vida imposible a las tecnológicas Uber y Cabify, hemos limitado el número de plazas hoteleras lo que ha contribuido a disparar los precios, nos hemos empeñado en hacer feos de todo tipo a la organización, hemos sitiado la cena de inauguración en pleno procés, hemos hecho desplantes al Jefe del Estado, hemos salpicado a un evento global con nuestras guerras pueblerinas,… y nada. John Hoffman y su equipo han sido inasequibles al desaliento y año tras año han hecho de tripas corazón para montar el mejor evento mundial en una ciudad que parecía no quererles.

Pero ha tenido que ser una cadena de ADN de pocas micras la que haya podido con la resistencia numantina de la GSMA, la asociación que organiza el evento.

Creo que al Covid-19, el nombre del virus, hay que hacerle hijo predilecto de la ciudad y darle la Creu de Sant Jordi porque, aunque no hable catalán, que se sepa, ha logrado lo que la constancia de la pésima gestión de la ciudad y de la comunidad autónoma de la que es capital no habían logrado. Bueno, hay que reconocer que en algo han contribuido para la cancelación porque es difícil hacerlo peor de lo que se ha hecho estos días.

Hoffman y su equipo se han quedado solos, de nuevo, y no han podido contener la avalancha de cancelaciones. En Singapur y en Amsterdam se han celebrado esta semana eventos con decenas de miles de personas, y no ha pasado nada. El martes se presentó en San Francisco un nuevo modelo de Samsung, y fue gente de medio planeta sin problema.

Y en cuestión de semanas habrá congresos similares por todo el mundo. Ni Ayuntamiento, ni Generalitat ni Gobierno de España han sido capaces de transmitir seguridad, solo han mandado mensajes de apoyo por tweet. Ni medidas en los aeropuertos, ni cierre de fronteras con China, ni protocolos públicos… solo dispensadores de limpiamanos con alcohol y mensajitos de apoyo de bajo perfil. Las administraciones tenían que haber estado al frente de la manifestación para transmitir seguridad, el primero el Presidente del Gobierno, ahora preocupado por la exaltación de Franco, y el segundo el President vicario, empeñado en buscar a un mediador. El MWC no es un acto privado, nos jugamos mucho como ciudad y como país.

GSMA se enfrenta a un problema mayúsculo porque para las aseguradoras se ha cancelado el congreso sin motivo, es lo que dicen nuestras queridas administraciones, aquí no pasa nada, el que no viene es porque no quiere. Y si no pasa nada, las aseguradoras mirarán por sus intereses, como es lógico. Espero que la Fira no reclame nada, aunque son capaces. Pero es que puede haber un aluvión de reclamaciones de los visitantes que ya habían pagado hoteles, restaurantes, coches, stands… Dicen que se mueven 500 millones de euros en este evento, habrá que ver lo que le reclaman a GSMA y el apoyo que tiene de nuestras administraciones.

Si GSMA no quiebra, que no es imposible, habrá que ver qué ocurre el año que viene. No está nada claro que 2021 sea un año más porque habrá heridas en todo el ecosistema.

En cualquier caso, cuando veamos restaurantes y hoteles a medio gas la semana final de febrero, cuando los taxis den vueltas con la luz verde, cuando no veamos furgonetas negras por todos lados, debería servirnos para valorar lo que hemos tenido, ya que nos parece lo más normal del mundo que aparezcan más de 100.000 personas en una semana en nuestra ciudad dispuestos a gastarse una millonada. Ojalá Hoffman no se haya hartado definitivamente de una ciudad que no le merece.