Seamos realistas, las elecciones del 21D no eliminarán la práctica de las mentiras, las tergiversaciones, las manipulaciones, los falseamientos, que ha sido una constante de los dirigentes secesionistas institucionales y civiles, mientras exista una base social significativa dispuesta a tragar todo lo que le echen y a deglutir lo que ella misma por su boca produzca. Sólo si pierden la mayoría absoluta parlamentaria y tienen que desalojar las instituciones, la radio y la televisión públicas y otros centros de poder e influencia, se podrá contener y empezar a revertir tan nefasta práctica, que erosiona la democracia y acabaría destruyéndola. Por eso, entre otras razones, la cita del 21D es tan importante.

Que los dirigentes mientan, que digan cosas sabiendo que no son verdad y con ánimo de engañar (definición de mentir en el María Moliner), es de una enorme gravedad. No se ha sido exigente, ni moral ni políticamente, frente a la mentira, que ha alcanzado proporciones de embuste sistemático y sistémico. Masas de crédulos en la calle y en las redes sociales han aceptado la mentira independentista con la fe del carbonero. “No me importa que mientan, tienen razón, les creo”, hasta este extremo de esquizofrénica anomia hemos llegado.

No se ha sido exigente, ni moral ni políticamente, frente a las mentiras del independentismo, que han alcanzado proporciones de embuste sistemático y sistémico

No son mentiras inofensivas --si es que en política tuviéramos que aceptar que las pudiere haber-- o afirmaciones que quepan en el margen interpretativo de las cosas. Son ponzoñas que intoxican y dañan gravemente el espíritu y la sociedad.  Han pretendido construir nada menos que un nuevo Estado, y se han atrevido a afirmar que también una nueva sociedad y un nuevo individuo, sobre una montaña de mentiras. ¿Cómo se explica tal proceder?

Mienten por necesidad. Los hechos, la realidad de Cataluña y de España, ni justifican ni avalan la pretensión de la independencia, por lo tanto hay que mentir sobre los hechos y hay que manipular la realidad y tergiversar su interpretación, y ello acompañado de la misma faena respecto a la historia. Se monta un "España nos roba" para que parezca "legítima defensa" separarse del ladrón. Se dice que "España nos oprime y nos reprime" para invocar el derecho a la autodeterminación. Se mitifica 1714 como una derrota de las libertades de Cataluña para fundar el derecho a recuperarlas. Crear una realidad paralela obliga a mentir.

Mienten por adicción. Se empezó con palabras vacías ("nación sin Estado"), se prosiguió con medias verdades ("somos una nación") para pasar a pequeñas y grades mentiras durante años, hasta la necesidad de tener que recurrir a una mentira tras otra. Hay mucho en las hemerotecas donde seleccionar: "Estamos obligados a ejercer el derecho a la autodeterminación", Oriol Junqueras; "(un escenario de) muertos en la calle", Marta Roviraambos han adobado con lágrimas algunas de las mentiras para curtirlas y fabricar con ellas relatos emotivos. Carles Puigdemont, el expresidente prófugo de la justicia que se dice exiliado y legítimo, tiene ya que inyectarse una mentira cada día para intentar sobrevivir políticamente: "He sido cesado por un golpe de Estado"; "la UE  es un club de países decadentes y obsolescentes"... Necesidad y adicción se retroalimentan.

Ninguno de los grandes creadores de mentiras en torno a la independencia ha respondido hasta ahora ante instancia alguna, moral o política, por el hecho de mentir, a pesar del tremendo daño causado

Ninguno de los grandes creadores de mentiras en torno a la independencia ha respondido hasta ahora ante instancia alguna, moral o política, por el hecho de mentir, a pesar del tremendo daño causado. En la Dinamarca real, no la Dinamarca del Mediterráneo que fantasean para Cataluña --incluso mienten en el pasatiempo de sus fantasías--, el político embustero --el que hubiere--, si fuere descubierto, tendría que dimitir ipso facto y le harían purgar severamente su engaño.

No podemos continuar como individuos y como sociedad con sobresaltos constantes provocados a golpe de mentiras por una panda de frívolos e irresponsables. La superación de la anomia, la regeneración de la política, sólo se logrará combatiendo la mentira y derrotando electoralmente a los embusteros.