Ni dos años, ni dos meses, ni dos semanas, ni dos días. Un día le ha bastado a Junts per Catalunya para intentar reventar la mesa de diálogo 24 horas antes de que se reuniera, al designar como representantes a personas que no son consellers --los indultados Jordi Sànchez y Jordi Turull y la diputada en Madrid Miriam Nogueras--, con lo que se violaba el acuerdo --tácito, si no explícito-- de que la mesa era una reunión entre gobiernos.

Por lo tanto, la designación por parte de Junts de representantes que no forman parte del Govern era una provocación para dinamitar la mesa antes de su inicio, después de que significados miembros de la formación, singularmente la presidenta del Parlament, Laura Borràs, se hayan pasado el verano despreciando la mesa, pronosticando su fracaso y reivindicando la unilateralidad frente a la negociación.

La mesa, pues, ha nacido coja por la ausencia de los miembros de Junts, que, al negarse a rectificar, fueron excluidos por el president Pere Aragonès en un gesto de autoridad al que no nos tenía acostumbrados. En cualquier país normal --tanto que se reivindica la normalidad para Cataluña--, esta crisis hubiera significado la caída del Govern. Sin embargo, ERC y Junts no romperán porque se necesitan y porque no hay alternativa si no se quiere --como es el caso-- romper con los bloques, fracturar definitivamente el independentismo y que ERC opte por otras soluciones, como la de gobernar en solitario con otros apoyos.

Eso, por ahora, no está en el orden del día y habrá que esperar a ver si la ausencia de Junts en la mesa es definitiva o al final se produce una rectificación y miembros del Govern de la formación puigdemontista se integran en el organismo aunque sea para poner todas las trabas imaginables desde dentro. De momento, no parece que Junts ceda y se dedica a menospreciar la mesa y a asegurar que Aragonès solo representaba a ERC y no al Govern. 

Con la exclusión de Junts, la mesa se reunió con una asimetría manifiesta, con solo dos representantes de ERC frente a más del doble por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, que, antes de la sesión formal de la mesa, se entrevistó durante dos horas con Aragonès. Ese encuentro fue el más importante del día y se puede decir que lo más relevante consistió en que se celebrara. Los dos presidentes destacaron que su objetivo es ganar tiempo, no ponerse plazo para las negociaciones y, en el caso del president, insistió en muchas ocasiones en que lo importante en esta fase es crear confianza entre los interlocutores.

Ambos destacaron en sus comparecencias --por separado, sin que se explicara por qué no fue una rueda de prensa conjunta-- que las posiciones de fondo están muy alejadas, con Aragonès insistiendo en las demandas de amnistía --“final de la represión”-- y referéndum de autodeterminación, y Sánchez repitiendo que esas reivindicaciones son inasumibles porque no caben en la Constitución ni, en el caso de la consulta, no conviene a Cataluña porque significaría una nueva fractura como la que ya se produjo en el otoño de 2017.

Ante un desencuentro tan nítido, no parece mala fórmula la propuesta de Sánchez de empezar a negociar los puntos en los que es posible el acuerdo y dejar para la fase final las cuestiones más estrictamente políticas. Este método consistiría en abordar los 41 puntos de la llamada Agenda del Reencuentro, que abarcan desde la financiación autonómica hasta los traspasos de competencias pendientes o las infraestructuras, entre muchos otros.

Si, como parece desprenderse tanto de la reunión a solas Sánchez-Aragonès como de la posterior de la mesa de diálogo, ambas partes están dispuestas a negociar a fondo y a trabajar con plena dedicación --habrá reuniones sin calendario, pero frecuentes y algunas discretas-- para alcanzar acuerdos, habrá que abordar los temas que la Generalitat considera más propios de la Comisión Bilateral Estado-Generalitat porque, si no, no se alcanza a entender que las sesiones no se conviertan en monólogos.

Como se puso de manifiesto en un par de ocasiones en las comparecencias de Sánchez y Aragonès, si uno no quiere hablar de amnistía y autodeterminación y para el otro estos dos temas son prioritarios, ¿de qué hablaron durante las dos horas que duró la reunión entre los dos?