Pensamiento

Mas no sabe parar el independentismo

10 octubre, 2013 08:35

Hace unos días asistimos en el Parlamento autonómico, una vez más, a un debate que solo interesa a los separatistas, pues las cuestiones sociales, las que interesan a los ciudadanos son utilizadas como barniz para esconder los verdaderos intereses de los secesionistas. Sirven para no tomar medidas concretas que palien el cuasi estado de necesidad para muchos ciudadanos. Es por ello que cansados de políticas estériles, acaban odiando a los políticos.

No sé yo si este era el objetivo pretendido y así una vez más pescar en río revuelto. De lo que no se dan cuenta es que el desprestigio es para los parlanchines del monodiscurso, que en lugar de intentar convencer al contrario, se dedican a insultarlo tildándolos de perdonavidas e ignorantes, para inmediatamente suplicarles que se sienten a hablar, eso sí, únicamente y exclusivamente de su libro, como diría Paco Umbral. Un libro que se titula tesis de cómo evadir las responsabilidades sobre corrupción y desgobierno u hoja de ruta para la independencia.

En ese libro, donde se plasman las enseñanzas perversas del profesor Jaime López Hernández, creador del concepto del "derecho a decidir" o del eslogan "España nos roba", está la hoja de ruta para conseguir la movilización de los previamente adiestrados en las escuelas de Cataluña, hoy bajo la pretensión de la inmersión lingüística. Todavía no logro entender ¿qué necesidad tiene un personaje como este, con tan ilustres apellidos, que destilan linaje, ponerse al servicio de un puñado de iluminados?

El tema se le ha ido de las manos. El Gobierno esta sometido al imperio de la ley, algo que el presidente de la Generalidad debería recordar

Creo que nuestro amigo, profesor de Ciencia Política, debería haber asesorado al presidente de la Generalidad, Artur Mas, antes del debate de hace unos días y decirle que no es correcto emplear la expresión "Cataluña siente afecto por España, pero no confía en el Estado español", ya que esa retórica frase incrimina en la desconfianza al propio presidente autonómico, pues él mismo es Estado, y en segundo lugar, aunque Mas acierta errando, es cierto que Cataluña tiene un gran afecto a España, porque forma parte de ella misma.

Al presidente autonómico no le hubieran venido nada mal unas nociones sobre lo que significa el Estado de derecho o lo que significa el imperio de la ley, más acorde con su pretenciosa falacia de llevar a Cataluña a un paraíso inexistente y convertirse en emperador de Cataluña. Si hubiera sido instruido, nos hubiera librado a todos los catalanes de ser la comidilla política por estar desubicado del mundo moderno. Tendría que haber empezado por acatar las resoluciones de los tribunales de esa España de la que dice profesar afecto y no situarse fuera del Estado de derecho. Así mismo debería dejar de engañar a los catalanes y decirles de una vez, tal y como ha hecho su colega de coalición, que esto de la independencia es un sueño, una ilusión, una quimera, antes de que se convierta en una pesadilla.

Ya va recogiendo velas, pero no es suficiente, antes era: "Haremos la consulta por encima de tribunales y constituciones"; ahora empieza a ser: "Queremos hablar con el Gobierno de nuestro libro y hacer una consulta legal", cuando todos sabemos que sencillamente es una petición imposible.

El tema se le ha ido de las manos. El Gobierno esta sometido al imperio de la ley, algo que el presidente de la Generalidad, su gobierno y correligionarios de esta partida separatista, debería recordar. Creo que la gran mayoría de los españoles estaríamos de acuerdo en que ha llegado la hora de modificar nuestra Constitución, nos ha servido para mantener la convivencia pacifica durante 35 años, pero se ha ido quedando obsoleta, y es hora de adaptarla a la realidad social y política de España.

Supongo que los separatistas se resistirán a este cambio, esos que nos han llevado a este callejón sin salida. Posiblemente, la razón salta a la vista. Si la Constitución se reforma de tal manera que acabe con el bipartidismo, con la ventaja de los nacionalistas que les da la ley electoral, sobre los partidos de ámbito nacional, activa mecanismos para la regeneración política y decide que se acabaron los privilegios territoriales terminado con las duplicidades de las administraciones, se terminaron las reivindicaciones de daños y perjuicios de cuya voracidad entienden mucho las CCAA, especialmente Cataluña. Igual, al final, nos convertimos en un Estado federal.