Maquiavelo contemporáneo: el fin justifica los medios

Roberto Giménez
3 min

El calor nos abochorna. Se mire por donde se mire, la actualidad no ofrece una buena cara: el pasado, el presente y el futuro imperfecto. No soy un cenizo. De hecho, siempre he sido optimista, pero en el ámbito político estamos en un bucle sin salida desde hace diez años. Y Pedro Sánchez no podrá arreglarlo. No sé si tiene buenas intenciones. Se le supone. El valor se le supone, como se decía en la mili.

Empiezo por el pasado: este lunes 12 de julio, se cumplieron veinticuatro años del asesinato de Miguel Ángel Blanco, el joven concejal popular de Ermua, que tenía veintinueve años. Todos conocemos su historia. ETA lo asesinó para vengarse de la liberación del funcionario Ortega Lara por la Guardia Civil. Ese día todos recordamos ese largo y trágico fin de semana: lo secuestraron el jueves y el domingo apareció asesinado.

Aquel domingo trágico los vascos de buena voluntad decidieron hacer frente a los terroristas, y fue el principio del fin a ETA que se anunció hace once años. Hasta entonces, cuando se asesinaba a una persona se decía aquello de ‘algo habría hecho’, y no sólo se decía en el País Vasco.

Estoy seguro de que el presidente del Gobierno, que ha cambiado el pasado fin de semana hasta nueve ministros socialistas (Unidas Podemos no ha modificado nada), no adelantará las elecciones, que es lo que pide Pablo Casado. No lo hará porque ahora las perdería, y querrá agotar la legislatura hasta 2023.

Sánchez sabe que el monotema de Cataluña seguirá latente, porque los separatistas siguen erre que erre, como un disco rayado, y mantienen sus peticiones sobre el referéndum de autodeterminación y la amnistía. Ellos saben que España nunca aceptará esas cuestiones, pero es el debate de la carraca independentista.

Todo ello se mantendrá, en la quinta ola de la pandemia, que nos ha cabreado a todos. El Gobierno empezó la desescalada antes de tiempo.

Detrás de la barrera, la lidia se ve más clara. Pedro Sánchez es muy atrevido, y compensó el indulto pensando que en dos años se habría olvidado. Y con la llegada de los millones de euros del fondo europeo y la bonanza económica que comportaría la gracia socialista se habría superado.

Por eso no habrá adelanto electoral. El atrevimiento de Sánchez no es un suicidio político. El presidente del Gobierno es un Maquiavelo contemporáneo: el fin justifica los medios. Su único fin es permanecer en el Palacio de la Moncloa, por eso sacrifica a nueve compañeros.

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¿Quién es... Roberto Giménez Gracia?
Roberto Giménez

Durante treinta años ha sido director del Vallés, era el segundo semanario más antiguo de Cataluña, y fue director de Honor de El Vallès del siglo XXI. Ha escrito diez volúmenes de la serie 'Casi treinta años y un día' -en Sant Jordi de 2017 se publicó el último: 'Mis Enemigos Íntimos'-. Son las memorias del director del semanario comarcal más leído en Cataluña, que desapareció seis meses después de que lo dejara. Cada Sant Jordi publica una edición de 100 ejemplares que se agotan el mismo día. ¿Por qué no hace más? "Son para mis amigos", responde. Retirado antes de tiempo, con 55 años, por culpa de una bala traidora en la médula... También se le puede seguir en Facebook -cada día laborable publica 'La libreta azul'- y en Twitter. No es el capitán Araña. Sus amigos dicen que es honesto y leal, pero eso se lo dicen porque son sus amigos. Para entrar en su cofradía exige Derecho de Admisión. Vale quien sirve, pero no sirve cualquiera.