Ya sabemos que una función del Estado es recaudar todo lo que se pueda entre los contribuyentes. En ese sentido, que Pedro Sánchez pretenda sangrar a los bancos, que generan unos beneficios obscenos en una época en la que casi todo el mundo va más o menos tieso de pasta, no me parece mal, sobre todo si es verdad lo de que él mismo se encargará de que el dinero sustraído a las entidades no repercuta en el bolsillo del consumidor, aunque algo me dice que no lo conseguirá, si es que lo intenta, y que acabaremos pringando los de siempre, quienes, entre otras cosas, aún no hemos entendido cómo es posible que los bancos no hayan devuelto ni un euro de todo el dinero público con el que se los salvó hace unos años.

Lo que ya no me parece tan bien son las nuevas medidas adoptadas para el colectivo de trabajadores autónomos, al que me honro en pertenecer, y que da toda la impresión de ser una medida puramente recaudatoria, pero disfrazada de ayuda a los parias de la tierra por cuenta propia. Con lo de los bancos puede colar lo de la justicia redistributiva, y, además, a nadie le caen bien los banqueros. Pero lo de los autónomos se me antoja, lisa y llanamente, un timo.

Dice el Gobierno que con sus nuevas medidas saldrá ganando la mayoría de trabajadores autónomos. Permítanme que lo dude. En teoría, solo se benefician los que menos ganan, mientras se incrementa la cuota mensual de los que ingresan más. En la práctica, si ganas menos de 1.000 euros al mes, te soplan 200 euros (tarifa plana), que viene a ser la cuarta parte de tus ingresos. En cuanto a los que ganan más de 1.000 euros, que, si no son la mayoría, poco les faltará, el incremento de la cuota mensual está aún por decidir, pero se da por supuesto que será bastante superior a la actual. Sobre el papel, está muy bien lo de que pague más quien más gane, pero en la realidad la cosa se complica. Entre otras razones, porque hay muchos autónomos que pueden ingresar una cantidad decente en abril y no ver ni un euro en mayo, dependiendo a lo que se dediquen (pensemos en la gente de la música, el teatro o el cine, o en los traductores o los periodistas free lance). ¿Se les va a subir y bajar la cuota mes a mes, dependiendo de cómo les hayan ido las cosas? Algo así ha dicho el ministro del ramo, pero a mí me suena como la promesa de Sánchez de controlar a los bancos para que no repercutan en el cliente el nuevo impuesto gubernamental. Es más, me temo que una vez te haya tocado aflojar 400, 500 o 600 euros al mes, no habrá manera de que te bajen la cuota cuando las cosas te hayan ido de pena. Imagino, a lo máximo, una serie de trámites inacabables en webs que no funcionan para llamar la atención sobre tu caso.

A los políticos se les suele llenar la boca de alabanzas hacia los autónomos, esos seres libres, esos versos sueltos, esos ciudadanos admirables que van por libre por la vida, pero facilitarles la existencia que han escogido no forma parte de la lista de prioridades de ningún partido. Se alaba al emprendedor solitario, pero se le hace la vida imposible por no haber querido meterse en La Caixa o vegetar en algún ministerio o consejería autonómica (yo diría que en España cada día hay más gente que vive del erario, especialidad exclusivamente madrileña hasta que tuvimos la brillante idea del Estado de las autonomías).

¿Y qué se le da al autónomo a cambio de los euros que se le sustraen cada mes? Pues yo diría que no gran cosa. Puedes pasarte 30 años cotizando para que te caiga una pensión que no te llega ni para pagar el alquiler. Gracias por haber sido un ser humano libre y valeroso, pero a partir de ahora, ya te apañarás con tu miseria. ¿Nos garantiza alguien que a base de aforar más cada mes podremos acceder a una pensión algo más decente? Juraría que no. Así pues, le agradecería al Gobierno que, por lo menos, no nos tomara a los autónomos por más tontos de lo que somos y reconociera que le mueve el afán de lucro, convenientemente disfrazado, para más inri, de medidas en beneficio de los pobres. Sangrar a los bancos (si realmente lo consiguen) admite excusas sociales que, haciendo un pequeño esfuerzo, podemos llegar a encontrar verosímiles. Sangrar al autónomo con la excusa de que la medida beneficia a una mayoría, directamente, no cuela.