En Cataluña, últimamente, salimos a un momento histórico cada dos o tres días. A base de que todo lo que hace el Gobierno autónomo es histórico y trascendental, nada nos lo parece ya. De la misma manera que todo lo que hacen Cocomocho y los suyos es democrático por definición, también por definición todo es histórico y trascendental; hasta el punto de que ya no podemos más de tanta historia y tanta trascendencia y nos conformaríamos con que se acabase la huelga del metro de cada lunes. Para colmo de males, lo histórico y lo trascendental siempre se manifiesta de la misma manera: los procesistas se reúnen --en la Gene o en el TNC-- para darse la razón a sí mismos y aplaudirse unos a otros. Abundan las afirmaciones vehementes y las declaraciones pomposas. En un momento u otro, se canta Els segadors. Luego, los cantaires aplauden, ya que en estos actos históricos y trascendentales se aplaude mucho. Por regla general, la oposición no se presenta en estos actos tan históricos y trascendentales, pero a Cocomocho le da lo mismo, ya que mientras estén los de ERC, las de la CUP y el lacayuno Nuet, ahí se las den todas.

Ya no podemos más de tanta historia y tanta trascendencia y nos conformaríamos con que se acabase la huelga del metro de cada lunes

El último acto histórico y trascendental --de momento, pues ya debe de haber otro en marcha-- ha sido el del TNC. Para variar, tampoco se ha firmado ningún documento oficial, que los españoles son muy taimados y, en cuanto firmas un papelucho, te crujen y te envían al trullo o te roban la cartera, como temía el cesante Baiget. Concebido para el disfrute del procesista, el ejercicio onanista del TNC es observado por quienes no estamos por la labor como una especie de gran cuento de la lechera: los reunidos elaboran planes de independencia como si fuesen niños que preparan un asalto nocturno a la nevera. Resultan hasta entrañables en su tontería delirante: inventan leyes que no sirven para nada, se desconectan de donde no pueden, parecen creer realmente que el 1 de octubre se celebrará su referéndum (aunque aún no tienen urnas, cosa subsanable si cada procesista aporta una caja de zapatos convenientemente rajada por la parte de arriba), ven la independencia a la vuelta de la esquina y un futuro de Catalunya über alles in der welt...

¿No iría tocando ya decirles que se ha acabado la hora del patio?