Por más que busco y rebusco en los diarios digitales del inframundo independentista, no consigo averiguar quién fue el galardonado como botifler de l´any el pasado sábado, durante un aquelarre de Arran en Sant Cugat para otorgar tan preciado galardón. O el CNI se ha empleado a fondo para ocultarnos tan relevante información o hasta los directores de esos panfletos consideran lo del sábado una chorrada que no merece ni un párrafo en sus muy subvencionadas publicaciones. En cualquier caso, la cosa se me antoja una falta de respeto al lector: recordemos que Sociedad Civil Catalana y Albert Soler habían presentado sus respectivas candidaturas, y que yo no lo hice por pereza y, sobre todo, para no quitarle posibilidades al amigo Albert, que se lo merece más que yo, dado que atesora doscientos apellidos catalanes, mientras que yo soy fruto del mestizaje, algo que los de Arran aprecian mientras no se practique con españolazos franquistas como mi difunto padre.

De todos modos, las chicas de Arran están muy entretenidas con el caso Vivet. Como ustedes sabrán, a un tal Marcel Vivet le piden cinco años de trullo por haberle arreado un bastonazo (con el palo de la estelada) a un Mosso d'Esquadra en 2018, durante una manifestación holi en la que los polis acabaron cubiertos de vistosos pigmentos indios. Ya han dicho que, si finalmente encierran al señor Vivet --que es de la CUP, por cierto, donde les encanta hacer el indio hasta en un sentido literal--, van a montar unos cristos sensacionales. Arran amenaza mucho porque sabe que sus gamberradas no suelen tener castigo alguno. A la Rahola le enguarraron la mansión de Cadaqués y no me consta que hayan detenido a nadie. Los cristales de la primera redacción de Crónica Global fueron hechos añicos hace un tiempo y tampoco recuerdo que se emprendiera ninguna investigación al respecto (y mira que eran fáciles de localizar los martillos, teniendo en cuenta que estábamos a veinte metros de la sede central de la CUP). Y más casos de los que nunca más se supo: ser un gamberro de Arran sale gratis total en la Cataluña procesista, y esperar que la CUP cuadre a su particular Frente de Juventudes es perder miserablemente el tiempo.

Ya que no se nos informa de quién ganó el título de Botifler de l'any, propongo que, por lo menos, le concedamos a Marcel Vivet el de Tonto del Año. El mosso que encajó el bastonazo se ha hecho un lío y acusa a dos manifestantes (Vivet y otro más listo que ha debido darse el piro y puede que a estas horas esté aporreando la puerta de la Casa de la República en Waterloo para ofrecerse a la causa como asistente personal de Valtonyc), lo cual permite a su defensa recurrir a la duda razonable. En el FAQS ya han entrevistado al amigo Marcel como si fuese un héroe de la lucha contra las arbitrariedades del poder (aunque se trate de un poder local), su madre insiste en que es un buen chaval y Quim Torra toma partido por él frente a lo que se supone que es su propia policía.

Reconozco que me pasa con Marcel Vivet lo mismo que con los presidiarios del prusés (que me da igual si los sueltan o si los fusilan), por mí como si le caen cinco años por el bastonazo y otros cinco por dejarse pillar mientras el otro sospechoso se pega la vida padre en Waterloo rapeando con el mallorquinarro. Lo de Arran ya me preocupa algo más, pues me parece ridículo que una sociedad como la catalana, por lamentable y decadente que sea, tenga que aguantar a una pandilla de niños malcriados que se cree con derecho a hacer lo que les salga de las narices. No hay ningún sitio en el mundo en el que agrupaciones de cenutrios como la CUP y Arran sean tomadas en serio: no me dirán que la cosa no es para preocuparse. Pero tal vez consiste en eso el famoso hecho diferencial: en ser más tontos que el resto de países y paisitos que componen el mundo.