Manicomio catalán

Quico contra la CUP

30 marzo, 2016 00:00

No sé ustedes, pero yo a Quico Homs cada día lo veo más rebotado con la CUP y con más ganas de enviar a sus representantes al demonio. Cada vez que sale por TV3 --que es, prácticamente, a diario--, Quico echa pestes de los de la CUP, cuyo aliento parece sentir en la nuca permanentemente, junto a sus miradas severas y suspicaces. ¿Cómo explicarle que la CUP, con muy buen criterio, no se fía de él ni de nadie de Junts pel Sí?

Las alegres chicas de la CUP son las guardianas de las esencias y ven que la cosa no avanza y que, si depende de Junts pel Sí, la independencia no llegará nunca

Las alegres chicas de la CUP son las guardianas de las esencias y se han propuesto marcar de cerca a convergentes y republicanos. Si de ellas dependiera, aquí se declaraba la independencia mañana mismo y se salía de la Unión Europea pasado mañana, a primera hora. Y luego, hala, a acabar con el capitalismo y el patriarcado, que tampoco son moco de pavo. Pero claro, con esos pusilánimes que hablan de decisiones multilaterales con España y Europa, ven que la cosa no avanza y que, si depende de Junts pel Sí, la independencia no llegará nunca. Y el ansiado final del capitalismo y del patriarcado, ya ni te cuento.

Estas cosas pasan cuando se juntan políticos que parece que quieren lo mismo, pero en realidad no es así. La CUP ansía la independencia. Junts pel Sí sabe que es imposible, pero que para no acabar en el basurero de la historia --hacia donde les llevaba el Astut con su pérdida sucesiva de escaños en cada elección--, tienen que decirle a su parroquia que la cosa está al caer, mientras no hacen nada para no buscarse la ruina, más allá de ese juego del gato y el ratón con el Gobierno central en el que son unos genuinos maestros.

El gran Quico se siente vigilado, acosado y sometido a un permanente escrutinio, porque sabe que miente y que la CUP se ha dado cuenta

Junts pel Sí desprecia a las piojosas de la CUP, y la CUP desprecia a los cantamañanas de Junts pel Sí. Por eso el gran Quico se siente vigilado, acosado y sometido a un permanente escrutinio, porque sabe que miente y que la CUP se ha dado cuenta. Y por eso prorrumpe en alharacas en TV3, hace como que se rasga las vestiduras ante las dudas sobre su independentismo y clama porque se deje la situación en manos de personas sensatas como él y sus conmilitones.

Las chicas de la CUP se han dado cuenta de que les va a salir barba hasta a ellas esperando a que Puigdemont o Junqueras se asomen al balcón de la Generalitat a anunciar el advenimiento de la República catalana; de ahí la presión a la que me someten al pobre Quico, ese estadista incomprendido con el que el día menos pensado se van a liar a sopapos por los pasillos del Parlament.