Manicomio catalán

Ni 18 meses ni 18 años

19 marzo, 2016 00:00

Hace unos días, Artur Mas se fue a Catalunya Ràdio para charlar un rato con Mònica Terribas (una de sus cheerleaders de referencia; la otra es Pilar Rahola) y que ésta le hiciera uno de sus famosos masajes disfrazados de entrevista. Entre otras cosas, el Astut dijo que eso de los dieciocho meses que nos separan de la independencia no es una cifra mágica y que quien dice 18, puede decir 20, 24 o lo que se le antoje. Vamos, que no había que obsesionarse con ese lapso de tiempo.

Es evidente que dentro de dieciocho meses no saldrá ni Dios al balcón de la Generalitat para declarar la independencia

Cualquiera que no fuese La Voz de su Amo --esa mujer que dice que los medios públicos catalanes son, literalmente, collonuts, tal vez porque en ningún otro sitio cobraría lo que cobra por intoxicar a la población--, le habría comentado al Astut que lo de los dieciocho meses había sido idea suya, por lo que resultaba un poco extraño que ahora nos saliera con lo de que ese plazo era meramente orientativo. Pero La Voz de su Amo encajó las declaraciones de su líder natural como si fuesen lo más cabal del mundo.

Unos días después, Mas-Colell vino a decir lo mismo en otra aparición en los medios del Régimen. Y todo parece indicar que, de puertas adentro, nadie en Junts pel Sí se cree que la independencia vaya a llegar dentro de un año y medio. Eso sí, de puertas afuera, de Cocomocho al último funcionario, todos están obligados a decir que el proceso sigue su curso, la desconexión está en marcha --pero solo por las mañanas, ya que por las tardes Junqueras tiene que ir a poner el cazo al FLA, cosa lógica para los nacionalistas porque ese dinero es nuestro y forma parte de la fortuna que los españoles llevan robándonos desde 1714 o puede incluso que antes--, la Hacienda catalana está al caer --aunque el responsable se haya reintegrado a la española, ¡el muy pusilánime!-- y Europa se muere de ganas de echarnos una mano para alcanzar nuestra ansiada libertad.

Es evidente que dentro de dieciocho meses no saldrá ni Dios al balcón de la Generalitat para declarar la independencia. Es más, se supone que habíamos saltado no sé cuántas pantallas y volvemos a estar en la casilla número uno de nuestro particular juego de la oca, porfiando por ese referéndum sobre el que, aparentemente, ya no había más que hablar. Nuestro lema es el famoso Qui dia passa, any empeny, cosa que empieza a sacar de quicio a los de la CUP, a punto de salir por peteneras en cualquier momento. ¿Alguien me puede explicar de qué va todo esto y para qué sirve? Yo ya solo veo una farsa cada día menos verosímil, con la ANC en la ruina y la población independentista en torno al 38%. ¿Se impondrá algún día en nuestra querida comunidad el principio de realidad?