Manicomio catalán

La murga de Barcelona World

5 marzo, 2016 00:00

Todo empezó en plan 'Bienvenido, Mr Marshall', con la llegada a España de un millonario norteamericano, provecto y en silla de ruedas, que buscaba una delegación en Europa para sus negocios de Las Vegas. No se entendía muy bien la insistencia en seguir forrándose por parte de alguien que parecía estar con un pie en la tumba, pero los ricachones son así, supongo.

Lo malo es que cuando Sheldon Adelson se lo pensó mejor, fuese y no hubo nada. Y aquí nos quedamos con la llufa colgada

El caso es que el hombre llegó con sus fajos de billetes y consiguió que los gobiernos de Madrid y Cataluña compitieran para ver quién accedía al supuesto chollo de Eurovegas, que iba a crear miles de puestos de trabajo, llenar las arcas autonómicas y atraer más visitantes que La Meca en época de peregrinación. Esperanza Aguirre y Artur Mas adoptaron la actitud más servil y colonial posible, y pareció que, finalmente, se iba a llevar Espe el gato al agua.

En ese momento, Mas se sacó de la manga Barcelona World, un pedazo de proyecto que, según él, le daba varias vueltas a Eurovegas: tuvo que recurrir a Enrique Bañuelos, empresario valenciano un pelín turbio, personaje destacado de los años del pelotazo, pero nos dio a entender que eso era lo de menos (lo importante era chinchar a Espe y a los madrileños, claro está).

Lo malo es que cuando Sheldon Adelson se lo pensó mejor, fuese y no hubo nada. Y aquí nos quedamos con la llufa colgada porque alguien del que no se conocía obra de gobierno alguna había decidido legar a la posteridad un mamotreto en la comarca de Tarragona que, incomprensiblemente, atendía por Barcelona World.

No es que el tema ocupe mucho espacio en la conversación de los catalanes, pero sigue ahí y parece que nadie sabe muy bien qué hacer con él. Entre otras cosas porque tampoco se sabe muy bien qué es ni en qué consiste. Lo de Adelson, por lo menos, estaba claro: construir en el sur de Europa una Ciudad del Pecado con sus casinos, sus bares, sus mangantes y sus putas; pero el legado del Astut no está claro si es otro inmenso parque de atracciones, una versión reducida de Las Vegas o una pequeña Marina d'Or.

El legado del Astut no está claro si es otro inmenso parque de atracciones, una versión reducida de Las Vegas o una pequeña Marina d'Or

Los ecologistas llevan poniendo el grito en el cielo desde el primer día. Los moralistas se echan las manos a la cabeza ante la previsible aparición de beodos, furcias y gente de malvivir. Bañuelos se ha dado el piro hace tiempo. De vez en cuando, alguien del gobierno sale a decir lo importante que es Barcelona World, aunque no quede claro por qué.

¿No sería mejor olvidarse del asunto? Salvo a cuatro empresarios tarraconenses, a todo el mundo se la sopla Barcelona World. ¿Y si nos ponemos todos de acuerdo para quitarnos la llufa que nos enganchó el Astut en la espalda?