A mi amigo Xavier Rius no se le escapa una. Leo en el diario digital que dirige, E-Noticies, una información relativa al sueldo de Saül Gordillo y Jaume Peral, máximos responsables, respectivamente, de Catalunya Ràdio y TV3, que alcanza los 108.000 euros anuales, quedándose ligeramente por debajo del de cualquier conseller del Gobierno autonómico. Desde un punto de vista basado en la lógica, el sueldo es excesivo, sobre todo si tenemos en cuenta que sobra gente a punta pala en ambos medios de agitación y propaganda y que la audiencia no siempre les sonríe como debería. Pero desde el punto de vista mezquino y delirante de nuestros máximos responsables políticos, el dispendio está tan justificado como el de esas embajadas absurdas que abrimos por doquier y que deben servir, digo yo, para que se aloje en ellas Cocoliso mientras espera en vano que le reciba algún político del país de turno que no sea de extrema derecha, separatista o ambas cosas a la vez. ¿Acaso los propietarios de casas en el campo no alimentan bien a su perro guardián para que les proteja de los posibles intrusos? Pues esto es lo mismo: al esbirro hay que mimarlo.

¿Acaso los propietarios de casas en el campo no alimentan bien a su perro guardián para que les proteja de los posibles intrusos?

De hecho, todo lo que se les pague a Gordillo y Peral es poco, pues son gente que ha renunciado a la ética profesional y que utilizan el disfraz de periodista para ocultar al comisario político que llevan dentro. Son una vergüenza para el oficio y no creo que sean tan tontos como para no darse cuenta de ello. No los han puesto ahí para mejorar la calidad de Catalunya Ràdio y TV3, sino para ponerlas al servicio del prusés y de todo lo que necesiten sus amos. Por consiguiente, justo es otorgarles un sueldo con carácter de soborno que les ayude a encajar mejor la evidencia de que carecen de dignidad (profesional y de la otra). Trepas con causa, ni el uno ni el otro habrían llegado tan alto de no ser por su inquebrantable adhesión al régimen. Ya había gente como ellos en el franquismo, pues el prototipo es eterno: devotos de una causa que se aprovechan de ella para lucrarse.

No los han puesto ahí para mejorar la calidad de Catalunya Ràdio y TV3, sino para ponerlas al servicio del prusés y de todo lo que necesiten sus amos

No nos quejemos, pues, de la pasta que se embolsan estos señores, ya que se la ganan a pulso: hay que ver lo bien que tergiversan la realidad, lo eficaces que son al impedir el acceso a los medios que dirigen de voces críticas y disolventes, la entrega metafórica a la tarea de lustrar los zapatos del señorito... Si nos parecen despreciables es porque somos unos pringados que se resisten a asumir la realidad de este paisito, de esta nación sin Estado, pero con una jeta de cemento armado. Ya lo dijo Cocomocho: aquí se practica un periodismo ejemplar. Y eso hay que pagarlo como se merece.