A cualquier cosa le llamamos cumbre

Ramón de España
5 min

Si no lo he entendido mal, Pedro Sánchez y Pere Aragonès se han visto para decirse que ya se volverán a ver en septiembre. Francamente, qué manera más tonta de perder el tiempo y el dinero (como Puigneró aún no ha conseguido que la NASA catalana invente un teletransportador a lo Star Trek, deduzco que ha habido que apoquinar un billete del AVE). Dada la actitud que se ven obligados a adoptar ambos próceres (Sánchez, para que no lo corran a gorrazos hasta dentro de su propio partido, y Aragonès, para evitar que los de Junts x Puchi le apliquen un tratamiento similar), la cosa se podría haber resuelto con un par de mensajes por WhatsApp. Tal que así:

PERE: ¡Exijo la amnistía y el referéndum de autodeterminación!

PEDRO: Va a ser que no.

Y hasta septiembre, que ya empieza a hacer calor y a todo el mundo, incluidos los padres de la patria, se les empieza a poner cara de vacaciones.

Por el contrario, se ha celebrado una ridícula cumbre entre presidentes --o eso sostiene TV3-- que el del gobierno se habrá tomado como una tabarra inevitable y el del gobiernillo como una reunión bilateral entre países vecinos, aunque su actitud, a tenor de las fotos tomadas a las puertas de la Moncloa, parezca más bien la del pagès enlluernat que no sabe cómo portarse en un genuino centro de poder. No sé si su abuelo, alcalde de Pineda durante el franquismo, fue alguna vez al Pardo a rendir pleitesía al Caudillo, pero, en caso afirmativo, intuyo que su comportamiento no debió diferenciarse mucho del de nuestro niño barbudo favorito, por mucha bilateralidad que éste quiera verle al encuentro. Yo diría que ambos recuerdan a Paco Martínez Soria en La ciudad no es para mí.

Lo de la bilateralidad es una obsesión enfermiza de quien está al frente de la Generalitat. Por regla general, a nuestros presidentillos no les gusta participar en reuniones con sus homólogos autonómicos porque creen representar a un país extranjero y a una etnia superior, así que no llevan nada bien que se les junte con la clase de tropa. Aragonès no es una excepción y ya ha dicho que no lo esperen en la próxima reunión de presidentillos, que lo suyo son las cumbres bilaterales.

Tenemos un verano por delante para ver qué pasa con Esquerra Republicana, algo que no está muy claro ni siquiera dentro del partido, donde unos son partidarios del Apreteu, apreteu del ínclito Quim Torra --quien acaba de proponer, por cierto, un homenaje nacional a Gonzalo Boye: habrá que darse prisa antes de que al calvorota lo entrullen por lavar dinero del narcotráfico-- y otros ya se apañan con una autonomía tuneada. De momento, ya hemos superado el primer paripé supuestamente bilateral, y en fecha no determinada de este mes de julio tendremos el segundo en forma de reunión España--Cataluña o algo parecido, de la que tampoco podemos esperar gran cosa. Y así va pasando el tiempo, se alargan la pesadez y el raca--raca y nos plantamos en octubre, donde ya se nos empezará a echar el tiempo encima con la Navidad y los Reyes Magos. Y Pedro Sánchez, como el mig amic de la rumba de Peret, acabará llegando al final de la legislatura, ayudado por la leal oposición, diciendo una cosa un día y la contraria a la semana siguiente y aquí paz y después gloria. Canten conmigo: Enredant per allà, enredant per aquí…Y recuerden: Qui dia passa, any empeny!

 

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¿Quién es... Ramón de España?
Ramón de España

Ramón de España (Barcelona, 1956). Autor de nueve novelas y una docena de ensayos, ascendió de las covachas del underground (Disco Exprés, Star, a finales de los 70) hasta los palacios del 'mainstream' (El País, donde colaboró ampliamente en los 90). Actualmente ejerce de columnista habitual en El Periódico de Catalunya y el semanario Interviú. Escribió y dirigió un largometraje en 2004, 'Haz conmigo lo que quieras', y aunque lo nominaron a los Goya, esta sociedad hostil no le ha dejado volver a ponerse detrás de una cámara (pero él insiste). Sus recientes ensayos sobre el 'prusés' y sus circunstancias, El manicomio catalán (2013) y El derecho a delirar (2015), lo han convertido en un personaje de referencia de la disidencia irónica.

 

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