Manicomio catalán

Cocomocho y Cocoliso se ponen flamencos

30 abril, 2016 00:00

Parece que el reparto de tarjetas de falso ministro de Asuntos Exteriores a cargo de Raül Romeva empieza a dar frutos. Frutos algo pochos, claro está, pues en Bruselas es ya del dominio público que lo del ministerio de Cocoliso es una manía inofensiva y al hombre solo hay que seguirle la corriente hasta cierto punto, una situación que no se solucionará hasta que la cartera de exteriores de la Generalitat caiga en manos de alguien más vehemente (propongo al autobusero Garganté, que como te pille tirando a la basura la tarjeta que te acaba de dar, te muele a palos allí mismo).

Irse a Bélgica para que solo te reciban los separatistas flamencos es uno de esos viajes para los que, francamente, no hacen falta alforjas

Irse a Bélgica para que solo te reciban los separatistas flamencos es uno de esos viajes para los que, francamente, no hacen falta alforjas: podrían quedar a medio camino, pongamos que en Andorra, ahorrando dinero al contribuyente y aprovechando los ratos libres para comprar unos quesos. Pero Cocomocho y Cocoliso son así: les gusta figurar, darse aires de estadista y malgastar el erario público. Para que no parezca que se tocan los cataplines, han montado una reunión con los representantes de nuestra nación milenaria en Bruselas; una vez más, nos podrían haber ahorrado una pasta viéndolos en fin de semana, cuando los europarlamentarios secesionistas vuelven a casa, pero también es verdad que en el extranjero todo luce más. También se van a trasladar a Gante, para su célebre Fiesta de las Flores, que, si no recuerdo mal, es donde Bianca Castafiore, el ruiseñor milanés, conoció al capitán Haddock, noble aunque malhumorado compañero de aventuras del periodista Tintín.

Puede que visitar Bélgica para despotricar con los separatistas locales y aspirar el aroma de las flores no sea una manera lamentable de malgastar el tiempo y el dinero, pero eso es lo que nos parece a muchos. Y como representante exterior de la Cataluña pre-independiente, no sé yo si el señor Amadeu Altafaj se gana su sueldo, pues no puede decirse que se haya matado a la hora de montarle a su jefe una tournée de campanillas. Si todos los implicados en este sainete --cuyo título en francés podría ser Cocomocho et Cocoliso chez les flamands-- se pararan a pensar por un momento que en Europa todo el mundo se ha coscado de que no son quienes dicen ser, los catalanes nos ahorraríamos un buen dinero y un grave bochorno. Ya sé que es pedirle peras al olmo, pero por pedir que no quede.