El pobre Albano Dante Fachin debe de andar más tieso que la mojama. Solo así se explican sus denodados esfuerzos para que le echen algo en ERC, en la CUP o en cualquier club político supuestamente progresista. Ya entiendo que, desde que lo echaron de Podemos, el hombre va por ahí comiéndose los mocos, pero alguien debería decirle que su conducta roza el patetismo. Solo le falta colarse en un vagón de metro a soltar aquello de “es triste tener que pedir, pero más duro es tener que robar”.

Hasta ahora, nuestro héroe se limitaba a presentarse en mítines políticos a los que no había sido invitado, con la esperanza, intuyo, de dejarse ver (o sea, de dejarse fichar). Pero él, que ha sido periodista, debería saber que ofrecerse en subasta pública no suele servir para nada y que hay que esperar a que el director de algún medio se fije en ti y te haga una oferta razonable; solo conozco una excepción más o menos exitosa de este sistema, Salvador Sostres, que se tiró años invitando a comer al Semon a los mandamases de algunos periódicos de Barcelona y hasta llegó al extremo de hacerse el encontradizo con Pedro J. Ramírez en los lavabos de un restaurante para ofrecerle sus servicios --profesionales, aclaro-- desde el urinario más cercano.

En todos los partidos, independentistas y constitucionalistas, abunda un personal digamos cortito, pero algo debe hacer rematadamente mal nuestro Albano para que no lo quieran en ninguna parte

Como nadie le hace ni caso, el desdichado Fachin --es muy triste ser, o considerarse, de extrema izquierda y llamarse Fachin, mientras que ser banquero y llamarse Botín es de una lógica aplastante-- se ve obligado a incrementar exponencialmente su servilismo en el medro patriótico. De ahí ese artículo que acaba de publicar, con ocasión del día de Sant Jordi, para meterse con Albiol y Arrimadas, diciéndoles que Sant Jordi serà sempre nostre, y que el del PP y la de Ciutadans no pintan nada ahí, ya que la fiesta es para los catalanes de verdad (como él, ya que los auténticos catalanes, como los auténticos vascos, nacen donde quieren, hasta en Argentina), gente que ama la cultura profundamente. Más le habría valido patearse la Rambla el Día del Libro repartiendo flyers en los que se ofreciese a cualquiera para lo que hiciera falta. Hasta Enric Juliana, el fino analista de La Vanguardia, le ha enviado un tuit en el que le pregunta cómo puede ser tan corto.

La verdad es que, en todos los partidos, independentistas y constitucionalistas, abunda un personal digamos cortito, pero algo debe hacer rematadamente mal nuestro Albano para que no lo quieran en ninguna parte. ¡Y mira que el hombre se esfuerza! ¿Qué tiene su compatriota Pisarello que no tenga él? Ambos son unos trepas del copón, independentistas de la noche a la mañana, profesionales del oportunismo con ganas de figurar, pero ya ven, uno es primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona y el otro no tiene donde caerse muerto. Ya solo le falta marcarse un Cifuentes y que lo pillen trincando quinoa en un Caprabo. Momento en el que le dedicaré un artículo comprensivo y elogioso titulado Más cornadas da el hambre.