Confieso haberme inspirado en el difunto Tierno Galván para titular esta columna, pero es que el viejo profesor me lo ha puesto a huevo y, además, así le dignifico, pues su célebre declaración "El que no esté colocado, que se coloque. ¡A colocarse y al loro!", aunque hizo las delicias de la alegre muchachada que tenía delante en cierto fasto de la Movida, era una gansada más de las muchas que soltó el buen hombre mientras rigió los destinos de Madrid. Se le disculpa porque tiene que ser muy duro acabar de alcalde cuando aspirabas a presidir la República española, pero bueno, también Fraga se ciscaba en el régimen autonómico y terminó de Gallego Máximo, ¿no? La Transición es lo que tenía.

La apostilla "Al loro" no puede ser más informativa de lo que se les puede venir encima. De momento, el jueves ya habían recibido su papela correspondiente los 21 políticos con más posibilidades de ser inhabilitados

En la Cataluña del prusés resulta más adecuado el siguiente mensaje: "El que no esté conectado, que se conecte. ¡A conectarse y al loro!". Va dirigido a todos los que el otro día dieron por iniciada la desconexión del perverso Estado español; y la apostilla "Al loro" no puede ser más informativa de lo que se les puede venir encima. De momento, el jueves ya habían recibido su papela correspondiente los 21 políticos con más posibilidades de ser inhabilitados.

La respuesta de Neus Munté, miembro destacado de la Banda de los 21, ha sido tan gallarda como previsible. Se pongan como se pongan en Madrid, ha venido a decir, ella y sus amigos van a seguir desconectando, pues solo obedecen a la legalidad catalana, emanada de ese pueblo monolítico que les sigue como un solo hombre. A esta señora le importa un rábano que sus delirios no los comparta ni la mitad de su comunidad y que lo de la legitimidad propia frente a la legalidad ajena sea una entelequia que no cuela, como esa actitud de monja violada que tan bien les sale a los de su cuadrilla y que se concreta en una muy lograda expresión de estupor e indignación ante las intolerables injerencias del vecino atorrante.

La señora Munté es como el tipo al que la policía encuentra ensangrentado y con el cuchillo en la mano junto al cadáver de su esposa: "Oí unas voces en la cabeza que me obligaron a hacerlo", manifiesta el esquizofrénico pillado in fraganti. "La legitimidad catalana me ha ordenado la desconexión", podría decir ella. Y uno le diría: "Pues nada, Neus, tú a lo tuyo, pero luego no digas que no se te advirtió".