Estaba la otra tarde escuchando la canción de King Crimson que da título a esta columna cuando, vayan ustedes a saber por qué, me hizo pensar en Quim Torra y su peculiar esquizofrenia, que le lleva a ejercer de político y de activista a la vez (algo que también le pasa a Ada Colau, pero que en su caso no alcanza las preocupantes cotas de nuestro presidente por accidente). Me acordé entonces de la frase promocional de la película Robocop: “Mitad hombre, mitad máquina, todo policía” (que en el caso de Torra podría convertirse en “Mitad político, mitad activista, todo energúmeno”). Y, ya puestos, me vino a la cabeza una de las mejores anécdotas del llorado Josep Toutain, entrañable editor de cómics barcelonés: hace muchos años, Toutain arrastraba una deuda con el editor francés Jacques Glenat, y un día que se lo cruzó por el Salón del Cómic de Barcelona, le soltó lo siguiente: “Mira, Jacques, tienes que distinguir entre el Toutain editor y el Toutain ser humano. El Toutain editor te debe dinero, es cierto, pero el Toutain ser humano, que es el que tienes ahora delante, no te debe nada”. Quienes presenciaron la escena aseguran que la expresión de pasmo de Glenat ante la desfachatez de Toutain era algo digno de verse.

Gracias a Torra, yo adopto esa expresión a diario. El Torra activista les dice a los CDR que aprieten y el Torra político les envía a los mossos para que los caneen convenientemente. El Torra activista corta carreteras al frente de una turba de buena gente, pero el Torra político cree firmemente en el derecho a la libre circulación de los ciudadanos. El Torra activista cree que los nueve CDR detenidos eran unos angelitos, y el Torra político le afea la conducta al Estado español porque su policía usa pelotas de goma para disolver las manifestaciones. El Torra activista disculpa la violencia de los manifestantes de la capucha, y el Torra político le echa la culpa a España de los desmanes que éstos han cometido en la red ferroviaria catalana. Y así sucesivamente. Hasta llegar al grado máximo de esquizofrenia, consistente (por el momento) en que el Torra activista ordena una profunda investigación interna para averiguar si se han excedido en sus funciones los Mossos d'Esquadra que dependen del Torra político.

A este respecto, va ganando el Torra activista, ayudado por TV3, que cada día ofrece nuevas imágenes de mossos que, en teoría, se están portando muy malamente, aunque lo que uno ve esté a años luz de las mantas de palos recibidas en Francia por los chalecos amarillos (llevamos once muertos y varios amputados) o el pueblo de Chile (más de dos docenas de cadáveres y contando). Como aquí se contabilizan como víctimas de la represión hasta los que se han roto una uña sosteniendo la pancarta --y las yayas a las que otra de su quinta les ha pisado el juanete--, la represión alcanza niveles estratosféricos. Puede que el Torra político se significase a favor de su policía, pero el Torra activista se lo impide: si sumamos a Puchi, somos la única nación sin Estado del mundo con tres presidentes, aunque ninguno sirva para nada.

Parece que lo de que no se puede estar en misa y repicando no va con nuestro querido líder. En estos momentos, mientras el Torra activista aplaude la acampada juvenil en la plaza Universidad, el Torra político no ve la hora de enviar a los mossos para desalojarlos a porrazos de la vía pública. De verdad les digo que no me gustaría nada padecer la misma enfermedad mental que él. Sobre todo, desde que, en Cataluña, los internos se hicieron con las riendas del manicomio. Lo que me recuerda que llevo tiempo sin escuchar The lunatics have taken over the asylum, de los Fun Boy Three. ¡Voy p´allá!