Pensamiento

Mamandurrias a destajo en las empresas de la bolsa

14 febrero, 2016 01:24

El Ibex 35 está de rabiosa actualidad. Se trata de un indicador bursátil que abarca las 35 mayores empresas españolas cotizadas. Hasta ahora su mención estaba reservada a las páginas financieras de los medios. Pero en los últimos meses ha saltado con ímpetu al vidrioso campo de la política.

Hay formaciones que consideran a los potentados del Ibex culpables máximos de los males que asolan nuestro país. Por tanto, no pierden ocasión de ponerlos en la picota.

Otros partidos les acusan de injerirse, a favor de tal o cual candidato, en el actual proceso de investidura parlamentaria. Como es obvio, también los ponen como chupa de dómine.

Las primeras firmas que han publicado las mamandurrias de su estado mayor son un buen ejemplo. Revelan que los oligarcas del exclusivo grupo siguieron cobrando a manos llenas en 2015

Ahora mismo ocurre que los jerarcas de las propias compañías del Ibex se están retratando en el rito anual de dar a conocer sus retribuciones, de cuantía rayana casi siempre en una cruda obscenidad.

Las primeras firmas que han publicado las mamandurrias de su estado mayor son un buen ejemplo. Revelan que los oligarcas del exclusivo grupo siguieron cobrando a manos llenas en 2015.

Ya pueden caer lluvias torrenciales o lucir un espléndido sol. Lo mismo da que los balances arrojen ganancias esplendorosas o resultados en franco declive. Los capos de las grandes sociedades no tienen remilgos. A la hora de devengar su recompensa, entran a saco en las arcas sociales y extraen sumas siempre recrecidas.

Uno de los casos más sangrantes es el de Francisco González (FG), capitoste del BBVA. Recuérdese que le debe el cargo a su amigo del alma Rodrigo Rato, en los tiempos en que era poderoso vicepresidente del Gobierno. Rato encumbró 'digitalmente' a FG a mandamás del banco estatal Argentaria, que luego se fusionó con el Bilbao Vizcaya.

FG figura por méritos propios entre los individuos más avariciosos del firmamento celtibérico. Tal como destapé semanas atrás, FG se ha embolsado, en sus 15 años de mando absoluto en BBVA, la friolera de 150 millones de euros, unos 25.000 millones de pesetas.

Y mientras tanto, el cuerpo accionarial de la casa, pagano forzoso de este descomunal saqueo, ha experimentado una mengua devastadora del precio en bolsa, superior al 60%. Pocos datos como éste resumen la deplorable gestión y la desfachatez del personaje.

Afán desmedido de lucro

Sólo en 2015, FG arrambló con una paga de 3,7 millones, más un paquetón de títulos del BBVA valorado en 1,8 millones, o sea en total 5,5 millones de chollo.

A la vez, a su adjunto, el consejero delegado Carlos Torres, le llovió un premio aún más gordo. Fue nombrado por FG en el mes de mayo, o sea que sólo trabajó ocho meses. Por este corto intervalo laboral, ingresó 3,8 millones en metálico y en especie, más otros 10 millones aportados por el banco a su particular e intransferible fondo de pensiones. En conjunto, casi 14 millones.

Los restantes miembros del consejo recibieron una paga de consolación media de 320.000 euros por cabeza. Pura Jauja. Y entre tanto, el banco, despeñándose en caída libre por el precipicio bursátil.

Los directivos de las compañías cotizadas parecen vivir en otra galaxia, ajenos a los avatares de la economía y a los problemas de la inmensa mayoría de los ciudadanos

Ítem más. El predecesor de Torres en el cargo, Ángel Cano, fue destituido por FG sin explicación alguna. No se fue con las manos vacías, sino todo lo contrario. Se metió en la faltriquera un botín de 19,2 millones.

Así pues, entre el suculento sablazo de las pensiones, el exorbitante salario de FG y los consejeros ejecutivos, más el momio asignado a los vocales raspados, el dichoso órgano de gobierno costó a los accionistas de BBVA la bagatela de 45 millones, o 7.500 millones de pesetas, un 158% más que el año anterior.

A la luz del ejemplo transcrito, queda claro que los directivos de las compañías cotizadas parecen vivir en otra galaxia, ajenos a los avatares de la economía y a los problemas de la inmensa mayoría de los ciudadanos.

Los jerarcas van a los suyo, esto es, a succionar las entidades que administran hasta la última gota de su pulpeja. Los emolumentos que perciben son producto de una codicia desorbitada y una abyecta merienda de negros. Significan una burda apropiación del peculio de los inversores que les confiaron sus ahorros.