Pensamiento

Libertad de expresión

13 agosto, 2014 10:02

Si una cosa parece estar bastante clara es que los separatistas y los nacionalistas catalanes tienen todos los medios de comunicación bien controlados, por lo menos los que están en nómina de la Generalidad por su titularidad pública o por sus subvenciones.

El caso más flagrante lo tenemos con el asunto Pujol, al que no se le ha dado la repercusión que merece, silenciándolo en algunas ocasiones, incluso restándole importancia al caso

TV3 es el líder indiscutible en propagar y publicitar la consulta como la salvación catalana. El otro día, sin ir más lejos  el periodista Jaume Freixes hizo una "entrevista" que en realidad parecía un debate al líder de Ciudadanos, Albert Rivera. El empleado de TV3 se pasó la mayoría de la entrevista contradiciendo al entrevistado y defendiendo el proceso soberanista, mientras cuestionaba cualquier argumento que Rivera defendía, muy diferente de lo que había pasado el día anterior con la presidenta de Òmnium cultural, a la que Freixes no contradijo en nada.

El nacionalismo se nutre de eso, de vender su panacea a través de medios públicos y de los subvencionados con dinero de todos los catalanes, y las voces disonantes con el tema en cuestión tienden a ser silenciadas o, en el mejor de los casos, debatidas hasta convencer al espectador de que esa postura no es la correcta.

El caso más flagrante lo tenemos con el asunto Pujol, al que no se le ha dado la repercusión que se merece, silenciándolo en algunas ocasiones, incluso restándole importancia al caso. Especialmente escandaloso fue el especial que se le dedicó el mismo día de la confesión y en el que invitaron como comentaristas a Francesc Marc Álvaro y a Jaume Sobrequés –no se puede decir que fuera muy plural- que se dedicaron básicamente a buscar excusas para el comportamiento deshonesto del ex presidente autonómico.

El periodismo debería ser libre, sin control de las instituciones públicas, en aras de que cada periódico pueda ser libre de poner, noticiar u opinar de lo que quiera y de quien quiera sin depender del gobierno de turno.

En el resto de España pasa algo similar. Al Sr. Rajoy, por ejemplo, las preguntas que le hacen en las ruedas de prensa deben pasar un filtro, para que el presidente pueda responder a las que más les convengan -las que no son descartadas automáticamente- para así ofrecer una imagen lo más positiva posible ante la ciudadanía.

España necesita de esa libertad de expresión en sus medios de comunicación. Es básico en una sociedad que no quiere ni debe ser instrumentizada por los partidos políticos, ni las instituciones. La ciudadanía se merece ser conocedora de todo lo que pasa y poder saber lo que hacen nuestros representantes públicos a quienes, cabe recordarlo, pagamos nosotros el sueldo.