Pensamiento

Lerrouxismo inverso

13 mayo, 2014 08:42

Anda cargado de razón el lector de CRÓNICA GLOBAL que asocia Súmate –lo mismo podría decirse de otras organizaciones y ciudadanos- a “una especie de lerrouxismo a la inversa”. El asunto planteado por fereyes –así firma el lector en un comentario aparecido el pasado 26 de abril- invita a reflexionar sobre la cuestión.

Al éxito contribuyó una retórica populista muy eficaz que creó un ambiente cargado de emoción, sentimiento y "racionalidad" al servicio de la causa. Una retórica que expresaba lo que el auditorio –eso es el populismo, entre otras cosas- quería oír

Veamos. ¿Qué es el lerrouxismo? La Gran Enciclopèdia Catalana, por ejemplo, habla de un "ideario confuso" entre cuyas "principales características se mencionan el anticlericalismo, la propaganda antimonárquica, el españolismo y una particular demagogia obrerista, con frecuencia enfrentada al anarquismo". Organizativamente, el lerrouxismo –continúa la Gran Enciclopèdia Catalana- se fundamentó en "la multiplicación de los centros republicanos, en la celebración de multitudinarias meriendas fraternales y en la creación de grupos de Jóvenes Bárbaros”. Puestos a concluir, la Gran Enciclopèdia Catalana define el lerrouxismo como una "política demagógica, españolista y anticatalana".

Para la historiografía más solvente –José Álvarez Junco, El Emperador del Paralelo. Alejandro Lerroux y la demagogia populista, 1990-, el lerrouxismo es una forma de populismo. Según afirma nuestro historiador, el lerrouxismo es "una cultura populachera, como la de Perón y otros populistas". Prosigue: "sin un programa claro, logró sacar multitudes a la calle y hacerlas votar". Unos detalles interesantes que explicarían el éxito de Alejandro Lerroux: dio voz a determinados segmentos sociales, reivindicó la ampliación de los servicios sociales, tenía la costumbre de moralizar y transmitía una concepción de la historia en términos de paraíso terrenal, pecado mortal, caída al infierno y redención. Lo suyo era –aseguraba Alejandro Lerroux- la regeneración. Y quizá por eso –la regeneración, una feliz idea en tiempos convulsos-, cuajó.

Al éxito contribuyó una retórica populista muy eficaz que creó un ambiente cargado de emoción, sentimiento y "racionalidad" al servicio de la causa. Una retórica que expresaba lo que el auditorio –eso es el populismo, entre otras cosas- quería oír. El lerrouxismo suma adeptos porque halaga y complace al auditorio, porque invita al auditorio a constituirse y convertirse en sujeto de la historia, porque hace creer que es el Pueblo -ese buen Pueblo zarandeado por los políticos de turno- quien puede y debe conducir al objetivo final. Y está, también, la figura de un Alejandro Lerroux que se presenta como amigo de los trabajadores. En definitiva, el político que defiende al buen pueblo frente a los excesos del gobierno de España.

Ya sé que los nuestros son otros tiempos, ya sé que la Cataluña y la España de hoy tienen poco que ver con la de las primeras décadas del siglo XX; pero, si quieren que les diga la verdad, hoy se perciben algunos rasgos del viejo lerrouxismo. No hablo de los Jóvenes Bárbaros, ni del anticlericalismo; hablo de una suerte de lerrouxismo inverso que –sacando a colación lo dicho anteriormente- se caracteriza por su ideario confuso, su populismo, su demagogia, su catalanismo y su antiespañolismo. Un populismo que, a imagen y semejanza del populismo propio del lerrouxismo clásico, también está cargado de emoción y sentimiento, halaga y complace al auditorio, convierte al buen Pueblo en protagonista de la Historia frente a los excesos del gobierno de España, moraliza y busca la redención, quiere sacar a la gente a la calle para que vaya a votar, se propone regenerar la política. Y, si es cierto que hoy no se celebran "meriendas fraternales", no es menos cierto que hay determinados actos –presentaciones, por ejemplo- que guardan un evidente parecido con los refrigerios de antaño. Tienen ustedes razón: no hay ningún Emperador del Paralelo –ni Cónsul ni Procónsul del Baix Llobregat- que, propiamente hablando, juegue el papel de defensor del Pueblo. Intentarlo, lo intenta; pero la cosa no cristaliza.

El lerrouxismo que hoy se avista en Cataluña, ¿es realmente inverso y está teledirigido desde Barcelona, pretende catalanizar a los españoles de Cataluña y quiere dividir al españolismo? Afirmativo, creo

El populismo inverso de hoy se percibe en quien señala que "después del reiterado menosprecio de los distintos gobiernos del Estado español hacia las necesidades y las justas reivindicaciones de la sociedad catalana, ha llegado la hora de que trabajemos como un solo pueblo y construyamos un nuevo país, en libertad, que respete la diversidad y con el firme convencimiento de que nuestro bienestar presente, y el del futuro de nuestros hijos, dependerá de nuestras decisiones". Se percibe en quien "denuncia el desequilibrio fiscal y el maltrato político al que el Estado español somete a Cataluña desde hace tiempo, por parte de unas élites centralistas que empobrecen y castigan a la población de Cataluña, que es la que más riqueza genera". Se percibe en quienes están "convencidos que un estado propio va a beneficiar al conjunto de los catalanes, sobre todo a la Cataluña popular y metropolitana, la que concentra la mayoría de parados, de familias empobrecidas y que más sufre el desmantelamiento de los servicios públicos... ahora más que nunca, la Cataluña social que queremos y necesitamos merece decidir democráticamente su futuro y construir una Cataluña soberana... porque todos sumamos, y juntos vamos a construir un nuevo país". Y como todos sumamos: súmate tú también. A la manera de Perón, diría José Álvarez Junco.

El ya citado José Álvarez Junco advierte que el lerrouxismo clásico no estaba teledirigido desde Madrid, ni pretendía españolizar a los catalanes, ni quería dividir el catalanismo. La pregunta: el lerrouxismo que hoy se avista en Cataluña, ¿es realmente inverso y está teledirigido desde Barcelona, pretende catalanizar a los españoles de Cataluña y quiere dividir al españolismo? Afirmativo, creo.

Según buena parte de la historiografía, el lerrouxismo clásico -muy probablemente, la única cosa positiva de dicho movimiento- resquebrajó la política caciquil del catalanismo de las primeras décadas del siglo XX. Insisto, los nuestros son otros tiempos. Pero, ¿acaso –en este sentido- el lerrouxismo de hoy no es también inverso en relación al de ayer? Escribió Alejandro Lerroux: "amo a España, amo la unidad nacional, quiero la felicidad para mi país... [el catalanismo es] incongruente, reaccionario, mantenedor de privilegios antiguos, creador de otros nuevos". La inversión se evidencia por sí misma. En lo que sí parecen coincidir el lerrouxismo clásico y el inverso es en la siguiente idea expresada por Alejandro Lerroux: el catalanismo tiene "alma y tendencia disgregadora, separatista".