El jueves pasado tocaba celebrar Sant Jordi de verano, rebautizado como el “Dia del Llibre i la Rosa”, pero yo preferí quedarme en casa, a refugio del calor y los rebrotes. Para compensar mi falta de consumismo librero, dediqué una parte del día a terminar la novela que estaba leyendo (Río Revuelto, de la gran Joan Didion) y después me entretuve buscando en Internet recomendaciones de libros escritos por autores afroamericanos. ¿Por qué? Porque hace dos meses estábamos todos solidarizándonos con las manifestaciones antirracistas que estallaron en los Estados Unidos a raíz de la muerte de un ciudadano afroamericano en manos de un policía blanco, y ahora ya casi nadie se acuerda de los negros.  

“Leer en color es un acto antirracista: ¿cuántos libros escritos por negros hay en tu estantería?”, pregunta abiertamente a sus lectores Lori L. Tharps, periodista y escritora afroamericana afincada en Filadelfia, en su blog My American Melting Pot. Según Tharps, que está casada con un español y vivió varios años en España, donde experimentó en primera persona diversas actitudes racistas, “los libros son ventanas perfectas a otras culturas y formas de vida… Podemos ser mejores personas y combatientes por la libertad si podemos enfatizar con los que crecieron en un contexto diferente al nuestro. Además, leer es divertido y educacional, y se puede hacer desde cualquier parte”, escribe Tharps, profesora de periodismo en la Universidad Temple de Filadelfia y ferviente defensora de la diversidad cultural y racial en su país.  

Tharps insiste además en que leer autores de color no solo es divertido, “sino que leer una deliciosa novela de ficción --o un sólido relato de no ficción-- escrita por un autor negro también es una acción antirracista. Por tres motivos: “porque estás aprendiendo de otra cultura, estás colaborando al sustento de un autor cuya obra ha sido tradicionalmente infravalorada, y estás demostrando a una industria editorial racista que sí hay demanda para los libros de autores de color”, comenta Tharps en su blog, donde figuran links a varias listas de recomendaciones de autores negros: Maya Angelou, Toni Morrison, Chimamanda Ngozi Adichie, Colson Whitehead, Zadie Smith… 

En mis estanterías, lamentablemente, solo tengo libros de dos autores negros, pero al menos son mujeres, y me encantaron: Zadie Smith, hija de inmigrantes jamaicanos en Londres, y Ngozi Adichie, escritora nigeriana afincada en EEUU. 

A Zadie Smith la leí hace tiempo, pero todavía recuerdo reírme a carcajadas mientras devoraba su primera novela White Teeth, un retrato de la sociedad multiétnica británica a finales de los 90 a través de la historia de tres familias vecinas, los Jones (británicos, jamaicanos), los Iqbal (bengalíes) y los Chalfens (judíos, católicos). También me encantó On Beauty, una novela cargada de ironía sobre la crisis matrimonial de un profesor británico casado con una mujer afroamericana y el ambiente esnob y elitista del mundillo académico de Nueva Inglaterra en el que viven.

De Ngozi Adichie solo puedo decir que fue un descubrimiento inesperado. Hace tres años creía que Adichie era la “típica autora feminista” que escribía rollos sobre el patriarcado y me daba pereza leerla por ese mismo motivo. Pero después de escucharla en una charla en el CCCB decidí comprarme su última novela, Americanah, y ya no pude parar de leer.

Americanah (adjetivo popular que se usa en Nigeria para expresar desprecio hacia quienes emigran a Estados Unidos y después regresan americanizados) es la historia de una inmigrante nigeriana en Estados Unidos, donde por primera vez descubre su “negritud”. Adichie ha contado en varias ocasiones que para ella fue chocante ver como en Estados Unidos, cuando se cruzaba por la calle con otro negro, la saludaban con un “hola hermana”.  “Pero si yo no soy tu hermana”, pensaba Adichie. Hasta entonces, la autora se identificaba como Igbo, una etnia nigeriana, pero entendió que ser negro en EEUU no era cuestión de piel, sino una etiqueta sociocultural. “EEUU te impone una identidad --negro, Latino, lo que sea-- y es una identidad política. La aceptas o estas en contra”, explicó Adichie en la charla del CCCB, en 2017.

Sin duda, el tema principal de Americanah es el racismo. Pero el libro también reflexiona sobre la conexión con sus raíces culturales, con su familia nigeriana, con África. Para Adichie, los orígenes son importantes para comprender quienes somos. Y este es el tema que ya abordaba en su novela anterior, Half a Yellow Sun, un magnífico relato sobre la historia moderna de Nigeria a través de una familia de la etnia Igbo, como la suya.

Racismo, feminismo, violencia, colonialismo, guerras, identidad, orígenes… Smith y Adichie no solo tienen en común ser autoras de color: ambas huyen del victimismo y el drama, y hacen del sentido del humor su arma más poderosa para denunciar las injusticias del mundo.