Nada más lejos de mi intención que meterme en camisa de once varas y pretender analizar la actual taquicárdica situación política de nuestro país. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia, sesudos opinadores e ilustres tertulianos son los encargados de esta disección.

El objeto de mi reflexión es sencillamente plantear la premura en consensuar acuerdos de gobierno, que en mi deformación profesional vinculo a un escenario que permita activar las necesarias y urgentes inversiones en el campo de las infraestructuras. Confieso que en ocasiones he tenido un cierto morbo en visualizar que a nuestro registrador jefe se le permitiera gobernar en minoría, sometido a la difícil disciplina de negociar, acordar, no imponer... resumiendo, hacer política. Algo de enorme dificultad para un registrador taquígrafo acostumbrado a tomar nota de las instrucciones que recibe de diferentes puestos de mando transnacionales. Entiendo, sin embargo, que en temas laborales no tendría demasiada dificultad en acordar con C's y con los errantes y proscritos diputados del PDC (hoy en busca de unas siglas), lo que no es el caso.

Igual que en su día reflexioné sobre que el catalanismo político debería aprovechar la oportunidad que ofrecían los resultados del 20D para encontrar soluciones a los déficits de infraestructuras en Cataluña, reflexión condenada al más absoluto fracaso al ir dirigida a interlocutores desaparecidos en combate, vagando por las galaxias. En esta ocasión, "inasequible al desaliento", me atrevo a reflexionar sobre la necesidad de un acuerdo inter partidario que permita superar los déficits en dotación de infraestructuras que se han ido acumulando en estos años populares. Este acuerdo supondría la aplicación de políticas de inversión sostenida en diferentes ámbitos de las infraestructuras, que actuarían como vector del desarrollo económico, corrección de desigualdades y generación de empleo.

Un primer ámbito en el que invertir pudiera ser el de la gestión de los recursos naturales, que permitiera un uso más eficiente de los escasos recursos hidráulicos y una mayor eficiencia energética

Un primer ámbito pudiera ser el de la gestión de los recursos naturales, que permitiera un uso más eficiente de los escasos recursos hidráulicos y una mayor eficiencia energética. En el campo medioambiental, combatir los graves problemas de contaminación atmosférica en nuestros núcleos urbanos a través de la mejora de la movilidad sostenible. La potenciación de plataformas logísticas y el incremento del transporte ferroviario de mercancías serian otras líneas de actuación.

Reactivación de las infraestructuras sociales, como las hospitalarias, la educación y la justicia, sectores que en estos últimos cinco años han sufrido importantes recortes con una inversión un 50% inferior a la realizada por los países de nuestro entorno. Tener en cuenta el potencial disruptivo de la innovación tecnológica, lo que obligará a inversiones en infraestructuras digitales que permitan el desarrollo de las TIC.

En algunos casos de limitada disponibilidad de recursos públicos habría que considerar las aportaciones de la iniciativa privada y la asunción por parte del ciudadano del pago por el uso de algunas infraestructuras que no sean de contenido social.

Permitidme a modo de epílogo una reflexión sobre las dificultades de un acuerdo de gobierno. Para alcanzarlo sería necesario superar la egolatría del registrador y su incapacidad para asumir que en él está el problema y no la solución, que carece del liderazgo ético para conformar la mayoría que pueda gobernar. Los dirigentes del PSOE, Podemos y C's han demostrado su incapacidad para constituir un gobierno de cambio y de progreso. No sólo son las incompatibilidades ideológicas lo que lo impiden sino la ausencia de liderazgos y sus cortas miras partidistas. Los independentistas, siempre amenazando con irse, deberán entender que no podrán fracturar lo que tanto costó construir, asumiendo el viejo principio termodinámico de que "la Constitución no se destruye, solo se transforma...".