Mucho se habla de la crisis que sufre el PSOE, y más tras el pasado comité federal. Y este hecho, sumado a qué posición tomará ante la investidura de Mariano Rajoy, son los árboles que no dejan ver un bosque donde las crisis --sí, en plural-- campan a sus anchas.

Siguiendo a Aristóteles, hay que convenir que siempre hay una causa primera, que es el origen de todas las demás. En el caso del socialismo español es la misma que la del resto de partidos socialdemócratas europeos: la crisis de la socialdemocracia. Esta no ha sido capaz de dar una respuesta válida y contundente al neoliberalismo triunfante en los años ochenta. Es más. la respuesta fue la tercera vía de Blair, que a la larga hundió más si cabe la ideología socialista.

La crisis económica, social y política, así como el cambio de paradigma social --nada tiene que ver la Europa de hoy a la de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo (edad de oro del Estado del bienestar)-- han provocado que los partidos socialdemócratas más decantados a un social liberalismo que a su esencia de izquierdas sean vistos por gran parte de la sociedad más como un problema que una solución a los mismos.

El cambio de líder del PSOE (aún oficialmente no hay sustituto/a) no presagia mejorar los resultados, y apoyar la investidura del PP parece que lo empeora, no teniendo claro qué hacer los que echaron Pedro Sánchez

Pensar que esta crisis no llegaría al PSOE era ser ingenuo, y al igual que sus hermanos europeos, este tampoco ofrece soluciones a la crisis existencial, es más, ni tan siquiera se habla de ella. A ello se une que los dirigentes de estos partidos se han eternizado en sus cargos, tanto orgánicos como institucionales, pareciendo vivir en una burbuja alejada de los problemas reales de la ciudadanía, cayendo, además, en el cretinismo parlamentario: pensar que presentar leyes o proyectos de ley en los diferentes parlamentos es su única función, olvidando la calle y a la militancia.

Todo ello les hace perder votos elección tras elección, y aquí cada partido actúa según ve, pero casi todos hacen lo que los equipos de fútbol, echar al entrenador, es decir al líder, como si por cambiar las caras cambiase todo, y ya se ve que no es así.

Y he aquí otra de las crisis del PSOE: Pedro Sánchez hizo varias cosas mal pero no era el único culpable de perder las elecciones. El cambio de líder (aún oficialmente no hay sustituto/a) no presagia mejorar los resultados, y apoyar la investidura del PP parece que lo empeora, no teniendo claro qué hacer los que echaron al anterior dirigente.

Crisis existencial, crisis de liderazgo, crisis de proyecto es a lo que realmente se debe enfrentar el PSOE si quiere seguir siendo el referente de la izquierda. El resto sólo son anécdotas que pueden interesar mucho a la prensa y al cotilleo pero que no deben desviar la atención sobre lo verdaderamente importante.