Pensamiento

La pinza

26 enero, 2016 00:00

Julio Anguita y José María Aznar pusieron en marcha su famosa 'pinza' para fagocitar el gobierno de Felipe González. Corría el año 1995. Hoy, 21 años después, la 'pinza' vuelve a tener visos de reeditarse de la mano de Mariano Rajoy y Pablo Manuel Iglesias. Quizás de forma más sibilina, más sutil, pero 'pinza' al fin y al cabo.

Con sus movimientos, Rajoy e Iglesias metían presión al PSOE y dejaban a Pedro Sánchez a los pies de los caballos

Rajoy declinó el viernes pasado asumir la investidura dejando al Rey con un palmo de narices y con su papel en una difícil tesitura. Se escudó en la propuesta que el líder de Podemos realizó esa misma mañana. Una propuesta en la que maltrataba al PSOE, con el que en teoría quiere negociar, marcando una nueva línea roja: quiénes deben formar parte de su Gobierno y en qué ministerios. Con sus movimientos, Rajoy e Iglesias metían presión al PSOE y dejaban a Pedro Sánchez a los pies de los caballos.

Tanto al líder del PP como al de Podemos les interesa una nueva convocatoria electoral. Ambos tienen buenas expectativas, como lo demuestran las encuestas publicadas en los últimos días. Forzar esta nueva convocatoria electoral está en el ADN de ambos partidos, que esperan noquear a un PSOE gangrenado por sus discrepancias internas con los barones y una vieja guardia --más vieja que guardia-- que se resiste a no mandar en el partido. La pinza externa junto con la pinza interna aboca a Sánchez a liderar las conversaciones para formar gobierno y someterse a una investidura que se antoja difícil y, haga lo que haga el líder socialista, le traerá problemas.

Si pacta con Pablo Manuel, una parte del partido se levantará en armas. Si pacta con el PP, Iglesias lo aprovechará para lanzarle una campaña de acoso y derribo en toda regla, y otra parte del partido se levantará en armas. Si pacta con Ciudadanos, también. Si pacta con Podemos, el PP le estará esperando. Sánchez puede intentar un gobierno en solitario con apoyos de Podemos y Ciudadanos, pero la estabilidad de este supuesto gobierno es una entelequia que puede situar a los tripartitos catalanes de Montilla y Maragall como ejemplo de armonía y buen hacer.

El líder socialista está en su derecho de intentar la investidura después de la 'tocata y fuga' de Rajoy. Pero no parece que vaya a triunfar

Sánchez es hoy el relleno del bocadillo. La pinza está funcionando y los tiempos corren. Iglesias no quiere pactar o, lo que es lo mismo, quiere imponer su pacto. Eso está claro, después de maltratar al dirigente socialista y marcarle cuál debe ser su gobierno. El PP está utilizando toda su artillería mediática --y europea-- para doblar el brazo a un Sánchez que está lejos de mandar en un partido dividido y atemorizado.

El líder socialista está en su derecho de intentar la investidura después de la 'tocata y fuga' de Rajoy. Pero no parece que vaya a triunfar. La pinza ha conseguido situarlo en un callejón sin salida que parece abocar a la incertidumbre de nuevas elecciones. Rajoy e Iglesias saben que un fracaso del líder del PSOE les abre un umbral de nuevas posibilidades. El as en la manga lo tiene Albert Rivera. Está situado como el político mejor valorado pero unas nuevas elecciones también pueden laminarlo y llevarlo a perder peso en el hemiciclo. Sus votos son necesarios pero no suficientes. El líder naranja es una víctima colateral de la pinza. Intentará rizar el rizo negociando a dos bandas con PP y PSOE. No parece que tampoco tenga éxito so pena que el PP cambie de caballo de cabeza.

Esta posibilidad abre otro gran enigma. Si Ciudadanos logra un acuerdo con el PSOE y el PP se abstiene --con o sin Rajoy--, se deja al descubierto un flanco izquierdo sobre el que saltará Podemos para 'merendarse' a una parte del electorado socialista. La que necesita para dar el sorpasso ansiado y que no logró el 20-D. Este sorpasso no está mal visto por un PP que prefiere el cuerpo a cuerpo con Podemos que con el PSOE. Podemos tiene peor imagen y una formación morada fuerte le daría alas al PP en detrimento de Ciudadanos. Es la nueva 'pinza'.