Pensamiento

La izquierda y el virus del nacionalismo

14 enero, 2016 21:52

Afirmaba Rosa Luxemburgo que "la socialdemocracia es el partido de clase del proletariado. Su objeto histórico es expresar los intereses de clase del proletariado. Por lo tanto está llamado a realizar no el derecho de las naciones a la autodeterminación, sino solamente el derecho de la clase trabajadora explotada y oprimida a la autodeterminación. Es desde esta posición en la que la socialdemocracia debe analizar todas las cuestiones políticas".

No era nada baladí esta afirmación de la socialista polaca, ya que desde sus inicios el principal enemigo del socialismo ha sido el nacionalismo; mientras que otras ideas y cuestiones unían, el virus nacionalista ha provocado siempre rupturas y discusiones en el seno de los partidos socialistas, que sólo han llevado a divisiones y fracturas en el seno de la organización.

A día de hoy, tanto en España como en Cataluña, estamos viendo cómo el virus nacionalista sigue marcando la agenda de la izquierda y, cómo no, provocando discusiones y rupturas fratricidas y estériles

El nacionalismo tiene la virtud de ir siempre al corazón de las personas, no hace falta hacer un discurso elaborado, sólo hablar de la pertenencia a un territorio y de la especificidad propia de un pueblo y ya tenemos a una masa dispuesta a seguirlo. Los socialistas no han sido inmunes a este discurso e históricamente han caído en las redes del hegemonismo cultural que éste genera; incluso el propio Gramsci (tan citado por todos), cayó en él.

A día de hoy, tanto en España como en Cataluña, estamos viendo cómo el virus nacionalista sigue marcando la agenda de la izquierda y, cómo no, provocando discusiones y rupturas fratricidas y estériles. En el caso catalán, quizás el más paradigmático, siempre ha sido un peligro latente, algo así como la peste negra medieval, que aparecía y desaparecía. Desde tiempo inmemorial afectaba a organizaciones como el PSC y el PSUC, que hablaban de dos almas en el partido, lo que ha llevado al final a escisiones y a pérdidas electorales; pero es que incluso en un movimiento anticapitalista y antisistema como la CUP, el virus se ha extendido llevando a que por el tema nacional hubiera quien estaba dispuesto a votar a Artur Mas, pasando por encima de las cuestiones sociales. Al final, enfrentamiento y rupturas también en la CUP.

En España, las líneas rojas se establecen no por temas sociales, sino por el tema nacional, unos con el derecho a decidir (invento burgués) de los catalanes y otros por la defensa de la unidad de España, pero de temas sociales ni hablamos. Podemos, por ahora, ha conseguido contra el nacionalismo una victoria táctica, que no estratégica --y leyendo a Clausewitz sabemos que las tácticas no llevan a la victoria final---, y es más, lleva en su seno el virus de la derrota, porque sus marcas están más pendientes del tema nacional que del social, más división; y es que ya se sabe que la victoria es más difícil de gestionar que la derrota.

Para finalizar citaré a Oskar Lafontaine, quien en el Congreso del SPD del año 1990 en Berlín dijo: "En las postrimerías del siglo XX la idea de un Estado nacional ya no puede constituir la base de una política de futuro. Hoy se requiere más bien una política que enlace con la tradición del internacionalismo socialista, y que subordine la cuestión nacional a las cuestiones sociales y ecológicas".

Estamos ya en el siglo XXI, y no es que estemos igual, estamos peor. El virus nacionalista, con su cohorte de procesiones y de flagelantes, ocupa toda la agenda política de las formaciones de izquierda por encima de las cuestiones sociales, lo que a la larga significará la victoria de la derecha del PP en España y de la derecha de Ciudadanos en Cataluña. Es lo que pasa cuando la izquierda pierde de vista su sujeto histórico, como decía Rosa Luxemburgo. Proletarios del mundo uníos o no.