Pensamiento

La hora de la verdad

19 noviembre, 2015 00:00

Creo que nadie ha hecho un mejor diagnóstico del panorama que nos deja el 27 de septiembre que Jordi Évole: "Yo me esperaba un resultado indiscutible, y resulta que es el resultado más discutible de toda la historia". Los que creían que el proceso independentista culminaría el 27 de septiembre, de un modo u otro, ya empiezan a ver que el juego no ha terminado, ni terminará en el futuro próximo.

En cuanto la CUP haga a Mas president o conseller en Cap (no tengan ustedes ninguna duda) se abrirá una nueva etapa en el proceso secesionista; toda la legitimidad que pudo haber tenido se esfumará

Eso sí, puede que hayan nuevos jugadores. En cuanto la CUP haga a Mas president o conseller en Cap (no tengan ustedes ninguna duda) se abrirá una nueva etapa en el proceso secesionista; toda la legitimidad que pudo haber tenido se esfumará. Puedo aceptar el debate de que CSQEP es un partido con muchos matices con respecto al proceso independentista, pero lo que han dicho por activa y por pasiva es que están en contra de interpretar las elecciones como un plebiscito y de proclamar unilateralmente la independencia. Vamos, justo lo que quieren hacer ahora los separatistas.

Es decir, esto va de saltarse la ley cuando ni siquiera se tiene el apoyo de un 50% de la ciudadanía. No hay argumento que lo justifique, ni razonamiento que valga. La política catalana, en resumen, ha dejado de ser racional. Por eso muchos independentistas moderados, como es el caso de Mas-Colell, quedarán muy pronto apartados de la primera línea política. Mas está totalmente en manos de la CUP, y estos controlarán su agenda política porque ya nadie quiere saber nada de él. ¿Se acuerdan ustedes de cuándo CiU pactó la investidura con el PSC y los presupuestos con el PP? Que lejana parece ahora esa época...

Se suele afirmar con mucha frecuencia que el Gobierno de España es una "fábrica de independentistas". Pues la Generalitat corre el riesgo de convertirse en una "fábrica de unionistas"

Se suele afirmar con mucha frecuencia que el Gobierno de España es una "fábrica de independentistas". Pues la Generalitat corre el riesgo de convertirse en una "fábrica de unionistas", por una serie de motivos. En primer lugar, por el desgaste del jefe del Ejecutivo. Su figura está estrechamente relacionada con los recortes y la corrupción, y eso no hay banderas que lo tape.

En segundo lugar, porque ahora cada vez más el independentismo empieza a quitarse la careta: toda esta operación no ha sido más que una maniobra política para salvar un gobierno que tenía los días contados. Si de verdad esto fuera algo impulsado por la ciudadanía, que fuese "de abajo a arriba", Mas hacía tiempo que habría dado el paso atrás, porque el 70% de los catalanes no quiere que repita como president.

Y, finalmente, porque no es lo mismo apoyar "una consulta para que el pueblo decida" que un quebrantamiento de la legalidad cuyo único fin es crear una frontera más en Europa. Lo políticamente correcto antes estaba del lado de los independentistas, ahora ya no. Muchos que estaban a favor del "derecho a decidir" pero que no se posicionaban sobre la independencia por miedo, como es el caso de Serrat; ahora se lo han puesto muy fácil. Cabe recordar que aun hay un número importante de indecisos, de gente que no lo tiene muy claro. ¿Hacia dónde se inclinará ahora esta gente?

El independentismo, después de haber rozado el cielo, empieza su inevitable caída

Pero no se equivoquen, esto no se soluciona sentándose en un sofá y observando como el barco naufraga. Y tampoco se soluciona aplicando artículos extremos de la Constitución, ni mucho menos con tanques. Alimentar la política de agravios mutuos es el mejor favor que les podemos hacer ahora mismo a los independentistas. Solo una propuesta consensuada y un proyecto común español de verdad ilusionante pueden evitar un choque de trenes e impedir que un terremoto político sacuda toda España y rompa irreversiblemente a Cataluña en dos.

El independentismo, después de haber rozado el cielo, empieza su inevitable caída. Todo apunta a que el despertar será brutal, quizás si se hubieran esperado una generación más lo habrían logrado, pero a día de hoy España es demasiado fuerte y ellos simplemente no son suficientes. Se acerca la hora de la verdad; muchos independentistas de buena fe empezarán a preguntarse si de verdad están dispuestos a pagar el precio de la secesión. Entonces, hará falta que nos hagamos otra pregunta: si España está dispuesta a pagar el precio de su unidad.