Probablemente el actual conseller de Salut es de lo más supremacista que nos hemos echado a la cara. Le conocimos como supuesto gestor y parecía serio hasta que le vimos echar fuego por la boca negando la vacunación a policías y guardia civiles o cuando criticó que la vacuna se la inoculasen los miembros de la selección española de fútbol. Claro que qué se puede esperar de alguien apadrinado por el President vicario y que, de manera incomprensible, fue aceptado en el equipo de confianza por la consellera del partido de enfrente. En cualquier caso en el pecado tuvo la penitencia la consejera al descubrir en pleno debate televisado que a lo que aspiraba era a quitarle el puesto. Si inaudita fue la traición, inaudita también la falta de respuesta pues merecía un cese fulminante que nunca se produjo.

Hemos oído hasta la saciedad que en Cataluña la gestión es maravillosa y que la inconsciencia de la presidenta de Madrid llevaba a la capital del estado al apocalipsis zombi. Y hete aquí que tras la verbena de Sant Joan, la fiesta entre las fiestas dels Països Catalans, la simpar Cataluña es el epicentro de los contagios en España y en Europa. La incidencia a 14 días en Cataluña es, de momento, cuatro veces la de Madrid y a siete días es de cinco veces, batiendo records negativos día a día. ¿Qué se le puede decir al consejero de Salut que no sea muy altisonante?¿De quien será la culpa del cierre de negocios y de los problemas para el turismo internacional?¿De los jóvenes? NO, del departamento de la Generalitat, por su falta de previsión al levantar todas las restricciones justo a las puertas de la verbena de Sant Joan y que también destaca por el escaso porcentaje de vacunados en las franjas entre 60 y 69 años y 50 y 59, aunque los monitores de esplais hace tiempo que están vacunados. ¿Por qué baja tanto el ritmo de vacunación de sábado a martes?

Si algo tiene de bueno este virus es que pone a cada uno en su sitio, desde el fanfarrón Presidente de Cantabria que tildó de bomba vírica a la Comunidad de Madrid hasta nuestro supremacista consejero de Salut. Si no actuamos a la China, con contundencia irracional y dictatorial, antes o después el virus nos gana y ante eso solo cabe una actitud, humildad y trabajo.

Está por ver si por culpa de estos individuos se podrá salvar algo el verano o no, a ellos les es igual, ya tienen su sueldecito asegurado. Tocaría ahora fijarse solo en la situación de hospitales y fallecimientos. En la última semana los fallecimientos por Covid suponen menos del 0,5% del total de fallecimientos en España, habiéndose reconocido solo un fallecimiento en Cataluña. Habría que dejar atrás la incidencia y, sobre todo, el invento local del índice de rebote, un artefacto estadístico que solo sirve para asustar porque cuando las cosas no van bien tiene un efecto multiplicador tremendo. En cualquier caso vistos los números, la incidencia acumulada a 14 días va a pasar claramente de 500, entrando en zona roja para muchos países. Muchas gracias señor consejero por seguir arruinando a tanta gente.

Mientras tanto lo importante para la maquinaria propagandística es buscar culpables fuera del Govern. El año pasado fueron los temporeros de la fruta que malvivían, y malviven, en las calles de los pueblos de Lleida lindantes con Huesca. De los brotes de los temporeros, que golpearon a Lleida y a casi todo Aragón, surgió la variante que antes que la británica dominó Europa, aunque esa variante “de la franja” no mereció un nombre propio. Este año son los jóvenes y el ocio nocturno, aunque la primera de las culpas fue abrir la mano en la verbena de Sant Joan, fomentando las fiestas descontroladas. Y pagará, de momento, el ocio nocturno, una auténtica majadería porque mejor es tener a la gente razonablemente controlada en una discoteca que en un botellón en el Born o en la playa. O se restablece un toque de queda o lo demás es teatro. Pero es lo mismo, lo importante es encontrar un culpable aunque es el propio Govern, quien por acción y por omisión debería asumir la culpa por la ruina económica e incluso por bastantes de los fallecidos, sobre todo en residencias, frente ahora felizmente controlado no por el Govern sino por la vacuna.

Mucho tarda la Presidenta Ayuso en refregar por la cara las palabras, más bien insultos, que surgieron de Cataluña o Cantabria en su contra. O a lo mejor va a demostrar con los hechos que no es tan supremacista y revanchista como nuestros gestores y que la prudencia le lleva a guardar silencio no sea que haya un rebrote en Madrid tras la celebración de las fiestas del Orgullo.