Desde ayer y hasta esta tarde, los 6.465 militantes de Junts per Catalunya (JxCat) con seis meses o más de antigüedad pueden votar para decidir si el partido sigue o sale del Govern de la Generalitat. El resultado, que es imprevisible, se conocerá tras el cierre de la votación telemática, pero ya puede adelantarse que Junts tiene todas las de perder en esta apuesta de alto riesgo en la que se ha metido.

El partido ha llegado a la votación más fracturado que nunca, con dos alas enfrentadas. La parte más orgánica y de poder local, que procede de la antigua Convergència, está por la continuidad, mientras que los activistas independientes, ahora situados también en cargos orgánicos del partido, abogan por la ruptura.

En la primera opción se sitúan consellers como Jaume Giró, Victòria Alsina, Lourdes Ciuró y Violant Cervera, el exsecretario general Jordi Sànchez, los exconsellers Josep Rull, Joaquim Forn, Damià Calvet y Xavier Trias y el diputado David Saldoni, responsable de política municipal, que arrastra a numerosos alcaldes y concejales. Algunos argumentos utilizados para justificar la continuidad son, sin embargo, peregrinos, como la afirmación de Giró de que salir del Govern alegraría a Mariano Rajoy, Pablo Llarena, Pablo Casado y el Rey. O el de Alsina, una de las más firmes partidarias de la continuidad, que asegura que la mejor manera “de hacer oposición a ERC es desde dentro del Executiu”, argumento que adelanta la persistencia de la inestabilidad si Junts continúa en el Govern. El secretario general, Jordi Turull, no se ha pronunciado, pero es conocida su postura contraria a la ruptura.

Turull, como el segundo cargo orgánico que es, ha respetado la neutralidad que ha pedido la sindicatura electoral, el organismo encargado de controlar la limpieza del procedimiento, cosa que no ha hecho la presidenta del partido, Laura Borràs, que ha pedido el no a seguir en el Govern. Junto a ella se alinean el expresidente Carles Puigdemont, que se ha pronunciado solo indirectamente, los diputados Aurora Madaula y Francesc de Dalmases, Jordi Puigneró, Albert Batet, Jaume Rius, David Torrent, la consellera Gemma Geis y el exconseller Toni Comín. Nada menos que la presidenta de Junts, dos vicepresidentes del partido, el exvicepresidente del Govern, el portavoz parlamentario, el portavoz del partido y el secretario de organización. Todos ellos argumentan que ERC no ha cumplido las tres condiciones pactadas en la investidura: dirección estratégica conjunta del independentismo, coordinación en el Congreso de los Diputados y que la mesa de diálogo solo trate de autodeterminación y amnistía.

Pase lo que pase, Junts perderá porque, si gana la continuidad, tendrá muy difícil explicar por qué sigue sin que se cumplan las condiciones “irrenunciables”, la inestabilidad del Govern y las peleas internas seguirán estando aseguradas, y no es nada descartable que se produzca una escisión en el partido del sector más radical. Si, por el contrario, gana la ruptura, el partido puede partirse igualmente, con algunos consellers partidarios de continuar pasándose a las filas del enemigo íntimo ERC o continuando en el Govern desoyendo el resultado. Junts quedaría en manos del sector irredentista abocado a acercarse aún más a la estrategia del independentismo mágico de la ANC y a hacer oposición al Govern desde el campo independentista en competencia con la CUP.

La pregunta de la consulta tiene alguna trampa, pese a su enunciado claro y sencillo: “¿Quieres que Junts continúe formando parte del actual Govern de la Generalitat?”. Aunque hay un preámbulo en el que se recuerdan los incumplimientos de ERC, la formulación induce al sí porque se pregunta por la continuidad de Junts y no por la salida, y es sabido que en los referéndums el sí siempre tiene una cierta ventaja psicológica sobre el no.

Si Junts sale del Govern, ERC optará seguramente por gobernar en solitario, empeño complicado con solo 33 diputados sobre 135, aunque pueda contar con apoyos externos de los comuns y del PSC. Pero seguirá teniendo el poder, se consolidará su estrategia en favor del diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez y reforzará su hegemonía entre el independentismo realista y pragmático. Mientras, Junts se habrá quedado sin cargos y sin poder, y se perderá en el callejón sin salida de la independencia imposible.