“El indulto se lo pueden meter por donde les quepa”, esa la fue la contundente respuesta de Junqueras a la pregunta de un medio nacionalista hace ahora casi un año. Hemos de imaginar que Sánchez y su gobierno se han esmerado durante este tiempo en la práctica de dilatar el esfínter anal, si ese era el lugar en el que estaba pensando el líder separatista por donde debía introducirse tanta bondad el Estat espanyol. Si su sugerencia era por vía oral, cabe suponer que las tragaderas de Sánchez deben ser enormes; no sólo para engullir todos los indultos, uno a uno, sino también para comerse sus propias palabras, lanzadas en plena campaña electoral, cuando proclamó a los cuatro vientos su negativa a concederlos.

Quizás el célebre preso beato de ERC no estaba pensando en sus posteriores socios parlamentarios, sino en el común de los españoles a quien Sánchez tendría que meterle el indulto por donde le cupiese, con mucha habilidad y mucho aire, como siglos atrás algunos trataban a los perros. Recordemos que era en la capital andaluza donde, según Cervantes, había un loco que se dedicaba a inflar los perros metiéndoles un canuto vía anal, hasta ponerlos redondos “como una pelota”. Una vez henchido de aire, soltaba al animal y decía a los presentes: “¿Pensarán vuestras mercedes ahora que es poco trabajo hinchar un perro?”

Las metáforas librescas de Cervantes en el prólogo a la Segunda Parte del Quijote continuaban con otro loco, en este caso cordobés, que también maltrataba a los perros, pero con un “pedazo de losa de mármol o un canto no muy liviano” que les dejaba caer encima. Todo era muy entretenido y lastimoso hasta que un bonetero vio como golpeaba al suyo: “¿No viste, cruel, que era podenco mi perro?”. Fueron tantos los palos que recibió el loco que tardó más de un mes en volver a salir, y cuando lo hizo estaba tan escarmentado que, perro que veía, decía: “Este es podenco: ¡guarda!”. Cuídense nuestros políticos en maltratar a la ciudadanía con engaños y medias verdades, de su respuesta --por muy extrema que parezca-- sólo ellos serán responsables.

Pedro Sánchez, el dónde digo digo, digo diego más descarado de la reciente historia de España, práctica un arte de la política que resta credibilidad a la ya de por sí debilitada democracia representativa española. Haría bien el presidente y sus asesores de Moncloa en ofrecer una propuesta al conjunto de la ciudadanía, en la que el indulto fuera una concesión de la mayoría parlamentaria española a la minoría gobernante catalana, y que ésta hiciese lo propio respecto a la mayoría no nacionalista de catalanes.

Mucho han de cambiar las actitudes y los proyectos políticos para que el diálogo y el respeto sea posible, empezando entre los mismos catalanes. No parece que esta vía de entendimiento sea posible visto comportamientos como el de Tortell Poltrona en su reciente pregón de la Mercè. Afirmar que los castellanohablantes catalanes son unos inadaptados es no conocer el pasado plurilingüe de los habitantes de Cataluña ni entender el presente de Cataluña, y mucho menos el futuro. Estas mentes guerracivilistas, xenófobas y sectarias harían bien en leer a Magí Camps, para quien el castellano es una lengua catalana (de Cataluña). Sólo quedaría que Sánchez tuviese el conocimiento y la iniciativa para proclamar que el catalán es una lengua española (de España). Dejar las exclusiones para el pasado sería el mejor proyecto de futuro.