La larga entrevista al líder de ERC en TV3 a cargo de su director, Vicent Sanchis, tuvo como hilo conductor un sentimentalismo arrogante y una vanidad falsamente humilde, para concluir con un estallido de ira final. Nada más empezar, Oriol Junqueras cayó en un patetismo lamentable, con reiteradas y circulares afirmaciones de que él era “una buena persona, honrada y honesta”, de cuya bondad, honradez y honestidad nadie dudaba, ni antes ni ahora ni nunca; pues lo contrario era “imposible, imposible, imposible”, repitió hasta suscitar la sonrisa piadosa del entrevistador que, no obstante, le preguntó si no temía que se rieran de él con tal profusión de bondad católica (“el junquerisme es amor”, dijo de nuevo).

Para Junqueras todas las dudas sobre su confuso papel en octubre de 2017 se resuelven exhibiendo el escudo de su condición moral (intachable, claro está), su trayectoria independentista republicana (incuestionable, por supuesto), el infinito amor hacia los demás y el extraordinario aprecio que le profesa la gente, aún más ahora tras el sacrificio de su paso por la cárcel, llegó a verbalizar. En la entrevista empezó mostrando una aguda alteración patológica, evidenciando un narcisismo desaforado, y acabó generando en el telespectador mucha inquietud ante su férrea incapacidad de autocrítica, ni sobre la etapa final del procés, preguntas que siempre desvió, ni admitiendo un ápice de censura hacia la pésima gestión de la pandemia que está haciendo el Govern con la republicana Alba Vergés al frente de la consejería de Salud.

El bondadoso Junqueras se altera hasta la ira cuando se le insinuó que los líderes del procés engañaron al votante de JxSí en 2015 prometiéndole una independencia que sabían imposible. Ya el pasado enero, en una comentada entrevista en El País, estalló con: “Y una mierda. Y una puta mierda. Dijimos toda la verdad: que el procés tenía que acabar en la independencia. Eso se impidió con palizas, cárcel, destituyendo gobiernos y cerrando parlamentos”. Tampoco esta vez ha reconocido ningún error propio, sino que ha vuelto a descargar toda la culpa en el papel represor del Estado español. Incapaz de ninguna reflexión autocrítica, Junqueras vuelve a alterarse cuando Sanchis le insinuó que la estrategia republicana de ensanchar la base social para celebrar otro referéndum suena a evasiva para muchos independentistas. “Si alguien se atreve a decirme a mi que eso es una excusa después de “chuparme” tres años en la cárcel, los ha de tener muy bien puestos, eh? Muy bien puestos. Porque… que comience a pasar él hacia allí y que después me lo explique…”.

El martirologio de la cárcel le sirve tanto para blindarse ante los reproches de los suyos por una subasta partidista que acabó provocando una DUI de opereta, como para avalar ahora el abandono de la retórica unilateral y su apuesta por la mesa de diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez, encabezando una vía supuestamente pragmática frente al discurso irredento de Carles Puigdemont.

A lo largo de la entrevista, Junqueras demostró que debajo de esa fachada de político manso, de beatitud de misa y bonhomía aparente, hay un ser profundamente rencoroso e irascible. Asoció a Cs y PP con la maldad porque se oponen a su semilibertad en virtud del tercer grado penitenciario concedido por la Generalitat, que tal vez el Tribunal Supremo corrija por haber sido concedido demasiado pronto. Pero la ira contra los socialistas es tanto o más profunda, pues los acusa de haber aplaudido su prisión (“tendrán trabajo para aguantarme la mirada”, desafió de nuevo), lo cual es absolutamente falso porque Miquel Iceta fue el primero en diciembre del 2017 en hablar de indultos para los presos del procés. Sin embargo, ERC necesita situar a los socialistas en el terreno del “enemigo” para que quede claro que en ningún caso habrá un nuevo tripartito tras las próximas autonómicas, evitando así fugas de votos hacia el partido de Puigdemont. Con ello  ERC se ata de pies y manos a volver a gobernar con JxCat, tanto si gana como si queda segundo. Y esta triste entrevista no le ha ayudado en nada a Junqueras a lograr lo primero.