La aprobación de la cuarta prórroga del estado de alarma, con el voto en contra de ERC, hasta ahora uno de los aliados del Gobierno, y el apoyo inesperado de Ciudadanos (Cs) han desatado en Madrid las especulaciones sobre un eventual cambio de alianzas. A algunos los dedos ya se les hacen huéspedes y sueñan con la ruptura de la coalición del PSOE con Unidas-Podemos (UP), que no está en el orden del día.

El periodista Santiago Ramentol, que fue director general en el primer tripartito y consejero del CAC a propuesta de Esquerra, comentó agudamente en un tuit la opción republicana de pasar de la abstención al no. “Ni puñetera idea de hacer política de ERC. ¿Es la diarrea (cagarrines) ante las intrigas de JxCat? Ha propiciado una coalición entre PSOE y Cs con expectativas de futuro. Euforia en Madrid. El PNV, como siempre, saca contrapartidas. Bildu, sin complejos, mantiene la abstención, Quiero ser vasco”, escribía en Twitter el miércoles, día de la votación en el Congreso.

Eso es lo que ha pasado. Si la alianza con Cs se consolida, ERC se convertirá en irrelevante en el Congreso. La prórroga del estado de alarma reunió nada menos que 178 votos, dos más que la mayoría absoluta, porque al PSOE y a UP se unieron Cs, el PNV, Coalición Canaria, Más País, Nueva Canarias, Teruel Existe y el Partido Regionalista de Cantabria. Aun perdiendo dos votos de esta amalgama, ERC no tendría papel condicionante alguno.

Por eso las advertencias de Oriol Junqueras, en unas declaraciones a RNE emitidas el jueves, en las que conminaba al Gobierno a elegir entre ERC o Cs, sonaban fuera de lugar. “El PSOE debe decidir si se lanza en los brazos de Ciudadanos o si mantiene las mayorías de la investidura”, emplazaba Junqueras. Pero más bien sucedió lo contrario: fue ERC, con su anunciado voto en contra, quien lanzó al PSOE a los brazos de Ciudadanos. En esas mismas declaraciones, Junqueras insistía en la falta de autocrítica y en los duros reproches al Gobierno que ya hizo en un reciente artículo en La Vanguardia. “El Gobierno español se ha equivocado completamente y ha demostrado que la gestión hecha por parte del Govern ha sido más cuidada y eficiente”, aseguraba en RNE, minimizando absolutamente el fiasco de las residencias de ancianos en Cataluña y los errores de gestión de la Conselleria de Salut, ambas áreas dependientes de ERC.

El principal error del Gobierno de Pedro Sánchez en la crisis de la pandemia ha sido la falta de diálogo real y de negociación de las medidas adoptadas, lo que también denunciaba Junqueras, pero la posición irreductible en su falta de autocrítica y en culpar al Gobierno mantenida por el líder de ERC no puede invitar en ningún caso a fiarse de Esquerra, y menos cuando, con argumentos confusos y amoldados a una decisión ya tomada, el partido pasa de la abstención al voto negativo en unos días. La confusión argumental se comprobó en el discurso a contrapié de Gabriel Rufián, que no creía en lo que decía porque estaba en contra del cambio de posición, promovido sobre todo por la secretaria general, Marta Rovira, desde su refugio en Ginebra.

El Gobierno, sorprendido por el voto negativo de ERC --a la que una vez más le han temblado las piernas en su pugna con JxCat--, no busca la ruptura con Esquerra, según afirma la vicepresidenta Carmen Calvo, mientras que en el partido republicano tampoco se cierran a negociar un regreso a la abstención en una posible nueva prórroga, pero ahora la situación es distinta porque su desmarque y la consiguiente irrelevancia le han hecho perder fuerza para plantear exigencias.

Es muy pronto, de todas formas, para saber si el giro de Cs tiene futuro. Parece que Inés Arrimadas está dispuesta a aprobar nuevas prórrogas del estado de alarma si son inevitables por motivos sanitarios e incluso a negociar los Presupuestos del Estado para la “reconstrucción” del país. Sin embargo, la consolidación de una nueva mayoría en el Congreso es muy difícil porque la incompatibilidad de Cs y el partido de Pablo Iglesias es manifiesta, como también lo es la de Cs y el PNV.

Algo se ha movido, sin embargo, en las relaciones entre el PSOE y Cs. Hasta el voto afirmativo de Ciudadanos a la cuarta prórroga, que va más allá de la abstención, las relaciones no es que fueran malas, eran inexistentes. Y en solo unos días ambos partidos han pasado de ignorarse a alcanzar un acuerdo para apoyar al Gobierno. El avance es considerable, lo que corroboran, por pasiva, los abandonos en Cs del exportavoz en el Congreso con Albert Rivera, Juan Carlos Girauta, y de la exdiputada y exconcejal de Barcelona Carina Mejías, entre otros.

Con su apoyo, Cs ha conseguido que las ayudas económicas y sociales y los ERTE se desvinculen del estado de alarma y, junto al PNV, que la desescalada se haga en cooperación con las comunidades autónomas. Esas dos reivindicaciones, según Pablo Casado, indujeron al PP a cambiar su voto en contra por la abstención en una práctica parlamentaria nada habitual. Una actitud que dejaba a Casado en evidencia porque se conformaba con cambiar el voto --en ese momento ya irrelevante, eso sí-- gracias, no a lo que él había negociado con el Gobierno, sino a lo que habían obtenido otros partidos. El principal partido de la oposición quedaba así descolocado y a merced de la habilidad y de la astucia de otros.