Hace muchos años, tal vez 20, le conté a un amigo indepe una historia que le sorprendió. Le dije que el enemigo de la izquierda no era la derecha, ni viceversa. Y en política, los enemigos directos no están en la acera de enfrente sino en la tuya.

Porque en un partido político no hay que hacer oposiciones para entrar, pero para ascender a lo más alto hay que escalar, hay que poner las botas sobre muchas cabezas para llegar a la cima. No hay oposiciones que valgan, sino que el ascenso es fruto de la ambición que cada candidato tenga. Ningún bobo sube al 8.000, el carisma de dirigir la expedición también cuenta.

Hoy en día en la actualidad política se aprecia. Nunca se ha visto más claro. Empiezo por la derecha y la izquierda constitucionalista, y también le pasa a los separatas, que para que no se me ofendan les llamaré indepes.

En la Santa Alianza del centro-derecha, el trípode que sumarán --si ganan-- PP, Ciudadanos y Vox, antes se desollarán vivos, porque buscan el mismo bocado, digan lo que digan ahora.

En la izquierda pasa tres cuartos de lo mismo con las dentelladas entre el PSOE y Podemos (antes era con el PCE).

Este lunes lo encarnó el sevillano con los colmillos más afilados, Alfonso Guerra, al decir que la dictadura de Augusto Pinochet había sido tan horrible como la actual de Nicolás Maduro, pero al menos, dijo el guerrero socialista, la chilena no había hundido a su país en la miseria; cosa que sí ha hecho la bolivariana que, además, ha expulsado a cientos de miles de venezolanos a sus países vecinos. Nadie huye a Cuba...

El colmillo de Alfonso Guerra va directo a la yugular de Pablo Iglesias, porque hasta hace dos años Monedero y los podemitas se deshacían en elogios a la Venezuela del padre Hugo Chávez y a su hijo putativo, Nicolás Maduro.

Lo mismo sucede en la galaxia estelada de tres gusanos negros: el más coherente es el más radical, la CUP. En Cataluña, el enemigo directo de la CUP es la banda de InmaculADA Colau, y viceversa.

El pulso que se llevan ERC y los antiguos convergentes es con la excusa de que los republicanos quieren ir por separado en las elecciones del 26 de mayo para que se vea el sorpasso, mientras que los del PDeCAT desean ir juntos en un frente común independentista. Lo hacen con una cínica sonrisa, porque los muertos están de cuerpo presente en las cárceles.

Que haya políticos fugados explica por qué desde octubre de 2017 hay algunos de ellos en las prisiones para evitar que hagan otro caso Puigdemont.