Felizmente, el pleno del Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado por unanimidad la incorporación de la capital catalana a la Red de Ciudades Machadianas, una asociación de municipios por los que discurrió la vida del gran poeta sevillano, que tiene por objetivo conservar y difundir su legado.

La incorporación de Barcelona a esta asociación es resultado de una hermosa iniciativa del Colectivo Juan de Mairena, promovida a raíz de un acto en homenaje a Antonio Machado y al exilio republicano, organizado por el propio Colectivo, en febrero de 2019, en el Centro Cívico Pati Llimona.

El Colectivo Juan de Mairena se define como “colectivo de aluvión”, por las diversas procedencias y perfiles de sus miembros, unidos, eso sí, por inquietudes de orden social y por una evidente preocupación por lo que denominan “coste histórico de las opciones etnicistas”. Fue impulsado en vísperas del golpe a la democracia acaecido en Cataluña en septiembre-octubre de 2017.

En su manifiesto fundacional Fraternidad, unidad y solidaridad --avalado, entre otros, por personalidades del prestigio y coherencia de Félix Ovejero y Carlos Jiménez Villarejo— se apunta el carácter nocivo de “enfrentar deliberadamente diversidades culturales mixtas y enriquecedoras que han conformado una sociedad plural y mestiza”.

Este interesante documento afirma con contundencia que no existe ninguna opresión cultural por parte del Estado en Cataluña y sí una minusvaloración de la lengua española que, en determinados ámbitos, es tratada como una lengua foránea.

Los firmantes del manifiesto vinculan el movimiento secesionista a “la campaña de los grupos más importantes de la burguesía catalana para reducir su ya escasa tributación” y a un intento de “ocultar la corrupción y las políticas de recortes  (…) de los gobiernos de CiU y de Junts pel Si”.

Reivindican, en definitiva, una unión de las fuerzas políticas y sindicales progresistas “que sitúen como principal y repetido punto de sus objetivos el mantenimiento de la unidad de las clases populares en Cataluña y con las del resto de España”. Todo esto en un marco de absoluto respeto a la legalidad y derivando el debate sobre las diferentes opciones de organización territorial del Estado a una reforma constitucional.

Con este espíritu, las primeras iniciativas de los mairenos --así gustan llamarse-- se han orientado a la reivindicación de dos intelectuales de talla incontestable, el propio Antonio Machado y el historiador Gabriel Jackson, cuya lectura o relectura parece más que recomendable en estos tiempos tan convulsos.

Así, la petición que el Colectivo formuló al Ayuntamiento de Barcelona para que la ciudad se sumase a la Red de Ciudades Machadianas se fundamenta en el valor del legado moral y político del poeta en defensa de una “ciudadanía sin adscripciones” y en el hecho de que los apoyos institucionales y personales que tanto él como su familia recibieron en Barcelona “sirvieron para aliviar los sufrimientos en sus últimos meses de vida, sufrimientos físicos, por su quebrantada salud, y morales, por la derrota de un programa de modernización humanista que quedó arrollado por la victoria franquista”.

A la vez, el mismo Colectivo Juan de Mairena realizaba, el pasado marzo, esta vez en el Centro Cívico Teresa Pàmies, un espléndido homenaje --el único realizado en nuestro país-- al enorme hispanista Gabriel Jackson, que tantos años vivió en la capital catalana, alejado, eso sí, del nacionalismo oficial cuyas inconsistencias pronto descubrió y combatió. En el acto estuvieron presentes intelectuales como Francesc de Carreras o Ángel Viñas, y también su hija, Katharine Jackson, y Carmen Negrín, nieta del que fuera presidente del Consejo de Ministros durante la Guerra Civil. No en vano, Jackson era un enorme conocedor de los años trágicos que forzaron el exilio tanto de Juan Negrín como de Antonio Machado.

Ambas iniciativas --la adscripción de Barcelona a la Red de Ciudades Machadianas y el homenaje a Gabriel Jackson-- han quedado eclipsadas por delirios que sí son noticia como el boicot, por parte de radicales independentistas, de un acto en homenaje a Cervantes en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona o por el hecho de que nuestra Consejera de Cultura haya firmado un manifiesto que plantea la supresión del castellano como lengua oficial en Cataluña. Sin olvidar otros esperpentos como el denominado Institut Nova Història cuyos documentales son, estos sí, difundidos (y financionados) por TV3.

Ciertamente, urge una reflexión. Haría bien la izquierda en escuchar a gente como los mairenos, que reivindica un progresismo comprometido con referentes culturales universales, en el marco de un proyecto mucho más amplio de defensa de un modelo de convivencia que prima los derechos sociales y el diálogo entre diferentes sensibilidades políticas por encima de obsesiones identitarias.

Caminante, no hay camino…