Los resultados de las elecciones andaluzas tendrían que hacer repensar a las izquierdas plurales como afrontar el futuro.

Las izquierdas tienen que hacer una reflexión a fondo sobre sus carencias si lo que quieren es ser capaces de, mediante una “competencia virtuosa” y plural, convertirse en una alternativa a la derecha tripartita. Y esto pasa de forma obligada para repensar esas carencias ideológicas, programáticas y organizativas.

En el caso del PSOE es evidente que con la elección de Sánchez se dio un paso adelante que habría que consolidar. El Presidente de Gobierno sin duda ha hecho un buen recorrido con su enfrentamiento con el aparato tradicional del PSOE y con la conquista de la Secretaría General. Este proceso parece que le ha servido para lograr una mayor conexión con la base del propio partido e incluso una nueva definición política. De momento la política que está llevando a cabo  desde el gobierno significa una cierta ruptura con el pasado socio-liberal del PSOE.

Sánchez está haciendo frente a un periodo muy complicado fruto de la correlación de fuerzas. Hay que resaltar que acierta con su política respecto a Cataluña, apertura al diálogo pero sin transigir en el respeto a la legalidad.

El principal problema actual del PSOE es sin duda que todavía está con la necesidad de solucionar las diferencias internas con el socialismo tradicional que representaron Susana Díaz y otros barones que representan los sectores más retrógrados del antiguo socialismo felipista.

Sólo mediante una renovación del aparato como pedía José Luis Ávalos, secretario de organización del PSOE, Sánchez tendrá la posibilidad de transitar hacia una renovación ideológica y política del partido, tal como ha hecho el Labour de Corbyn.

Si esta es la situación en cuanto al PSOE, mucho más difícil es la situación de la izquierda alternativa de Podemos y sus confluencias.

No hay duda que la burbuja mediática y la novedad política de Podemos y sus confluencias con el tiempo sus expectativas han ido disminuyendo de forma importante. El problema de la indefinición ideológica, estratégica y organizativa es alarmante y está teniendo consecuencias de dimensiones difíciles de evaluar.

Podemos y también los "comunes" están situados en una indefinición en los tres temas. A nivel ideológico no tienen referencias claras y hay profundas y difíciles divisiones internas. Esta carencia de definición ideológica se la provoca una carencia clara de estrategia definida respecto a temas importantes cómo es la definición del modelo de estado o sobre el papel del mundo del trabajo y sus organizaciones. Y su carencia de modelo organizativo, la inexistencia de organización más allá de unos teóricos adheridos a los que cada vez que interesa a la cúpula dirigente se los somete a “referéndums” aprobatorios de las decisiones de la cúpula, es muy grave.

Parece que tanto Podemos como los “Comunes” hayan obviado la máxima de Gramsci que recomendaba “ideas+organización” así como su planteamiento sobre “el príncipe moderno”, es decir la organización como intelectual colectivo.

Las organizaciones de la “nueva política” parecen basadas en unas élites que elaboran y unas bases a las que se pide activismo pero nunca participación real en la elaboración del relato.

Las consecuencias están claras. Podemos está viviendo toda una serie de anarquía organizativa en los diversos territorios, Andalucía, Cataluña, Aragón y otros escogen direcciones alternativas a las que propone la dirección, o también se comprueba en la crisis con los concejales del Ayuntamiento de Madrid.

En el caso de los “comunes” la situación no es mejor. Después de sus buenos resultados en las municipales de Barcelona y en las generales la situación cambio en las autonómicas donde quedó en quinta posición y muy lejos de los resultados obtenidos la última vez por ICV en solitario. Las divisiones internas se multiplican, no hay una organización ni una dirección clara, más allá de la personalidad de Ada Colau. Sus mensajes políticos son varios cuando no contradictorios. Su posición ante el Gobierno de la Generalitat discutible, sin posicionarse frontalmente al discurso unilateralista del Gobierno de la Generalitat lo cual deja huérfano la parte más importante de su electorado. Tampoco tienen un discurso claro sobre el modelo de estado, y todo lo dejan al albor de un hipotético referéndum acordado que no se concreta, y que parece una página ya pasada a día de hoy.

La nueva política tiene un grave problema puesto que las próximas elecciones pueden ser decisivas para su futuro. Es previsible que puedan cuestionarse los resultados obtenidos en muchas de sus capitales emblemáticas en las anteriores elecciones municipales, y veremos qué resultado obtienen en las autonómicas y europeas, que pueden ser decisivas para la viabilidad de su proyecto político.

Hasta ahora la nueva política ha preferido el activismo social a la organización social, el activismo a la militancia organizada. El liderazgo por encima de la organización participativa.

Sería deseable que el conjunto de las izquierdas sepan salir con suerte y lo más rápidamente posible de la situación desdibujada actual y plantearles un reto claro: una alternativa de izquierdas sólo saldrá de la unidad de las izquierdas políticas diversas con una propuesta política definida tanto sobre el tema territorial como sobre el tema económico y social. Y que no olviden poner como un punto fundamental entre sus objetivos fortalecer el papel y las funciones de las organizaciones sociales especialmente el sindicalismo de clase. La historia nos dice que sin organizaciones sociales fuertes, especialmente sindicales fuertes, no hay alternativa política de izquierdas.