Es innegable: las consecuencias de la recesión económica de 2008 siguen latentes en Cataluña. Golpeados, ahora, por la crisis del coronavirus, la maltrecha economía catalana se recompone. No obstante, la situación del erario público catalán debe ser analizada con lupa: Seguimos perdiendo fuelle en sectores tan trascendentales como el secundario.

La industria catalana se desgasta sin cortapisas ante una Europa que en los próximos meses dotará de millones ---gracias a los Fondos Next Generation-- al conjunto de España.

Mientras, la industria sobrevive como puede en nuestro territorio con una inversión por parte de la Generalitat de 115 millones de euros inferior a la destinada en 2010. Una situación que se traduce en la merma de flujo de inversión de capital extranjero; la evidente pérdida de liderazgo en el ámbito estatal y en el aumento al 2% de la tasa de desocupación en el sector en la última década.

En concreto, al cierre de la primera década de los 2000, el Govern destinaba 165,968 millones de euros, un 66,7% más de lo previsto en las cuentas de 2020. De hecho, el recorte ejecutado por la extinta CIU y ERC en el último trienio (2017-2020) se salda con 1,68 millones menos, presentando un descenso del 3,2%. En definitiva, si en 2010, con el último gobierno presidido por José Montilla (PSC), la Generalitat destinaba 26,68 euros por persona en industria y energía, el año pasado se cerró con un gasto de 7,51 euros por persona.

Estrechamente vinculada a la desinversión de capital, se encuentra la caída de flujo bruto de inversión extranjera en Cataluña: nuestra autonomía ha perdido 5,1 millones de euros en el período comprendido entre diciembre de 2019 y junio del 2020, lo que significa que si hace dos años el ejercicio se cerraba con 6,3 millones de euros en el último balance apenas sumaba un total de 1,17 millones de euros.

A todo ello, en los últimos meses Cataluña ha tenido que hacer frente a una de las mayores desbandadas de multinacionales, aparentemente arraigadas con fuerza en el territorio. El sector de la automoción vive hoy uno de sus momentos más complicados tras una oleada de cierres de factorías y despedidos que requieren de la implicación, el diálogo y la negociación de todos mediante el refuerzo de la Mesa de l’Automoció de Catalunya. Un espacio de diálogo y debate que transforme la industria automovilística, a través de estrategias de transición justa y sostenible.

Un compromiso adquirido por el socialismo catalán y el Gobierno de España --mediante el anuncio del Perte (Plan Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) de la automoción-- del que también ha sido puesto en conocimiento el Ejecutivo que encabeza Pere Aragonès.  

Es el momento de apostar por la modernización de la industria catalana mediante programas digitales y medioambientales. Una industria 4.0 es posible: para que sea una realidad es necesario desarrollar un Plan de Acción Interdepartamental 2021-2023, capaz de gestionar de forma eficaz y eficiente los proyectos financiados por el Plan de Recuperación Next Generation. Además es prioritario reformular e incrementar los recursos del Pacte per a la Indústria, con la misión de dotarlo de nuevos mecanismos capaces de ofrecer puestos de trabajo dignos; o lo que es lo mismo, estables y de calidad.