Recurrir a Kafka, Breton o Valle-Inclán a la hora de adjetivar el sublime coñazo en que se ha convertido el Prusés es erróneo; porque tildarlo de kafkiano, surrealista o esperpéntico presupondría otorgarle cierta categoría y altura intelectual, que ni posee ni poseerá jamás. Mucho más correcto resulta comparar la enajenada deriva nuestra de cada día con una de esas astracanadas de sábado por la tarde, protagonizadas por Leslie Nielsen, a base de mamporros, equívocos y diálogos de besugo. Ya saben: "Mal día para dejar de esnifar pegamento".

La situación, amigos, es absolutamente abracadabrante, y resumirla supone un considerable esfuerzo de síntesis. Pero por intentarlo, que no quede. Pónganse cómodos. El Pedecat se hunde cual Titanic en las encuestas de intención de voto, arrollado por ERC, con un Junqueras que se ha puesto de perfil --porque adelgaza mucho--, oculto cual Claudio César Augusto Germánico tras las cortinas del Palau de la Generalitat, a la espera de que la Guardia Pretoriana Indepe le encasquete la corona de laurel, tras el paso a mejor vida --¡que ya es decir!-- de Mas Tiberio y Calígula Puigdemont. Aunque los dos últimos emperadores siguen en activa agonía, su situación es propia de tragedia de Esquilo, o de epigrama jocoso de Píndaro. Es decir: un sainete de lo más risible.

De Cocomocho hemos sabido, tras cuarenta días de secretismo institucional, que se reunió con el rey Rajoy, en la Moncloa, un 11 de enero. No vale la pena entretenerse en comentar los entresijos del encuentro. El gallego, sin despeinarse, le espetó algo parecido a esto: "No habrá referéndum, despéñate si quieres, y márcate una Declaración Unilateral de Idiocia". Y él, muy digno y lapidario, zanjó con un "votar, votaremos; pero cuándo, eso no lo sabemos". De ese encuentro histórico, lo más remarcable es el papelón de Neus Munté, negando a Cristo entre cacareos de gallo al alba, y Xavier García Albiol, in albis, para variar. Más risible resulta entretenerse imaginando cómo el president se trasladó de incógnito hasta la Moncloa: ¿Acaso le dijo a su secretaria: "Montserrat, maca, demà no vindré perquè tinc matança del porc a Girona"? ¿Viajó en Puente Aéreo, en AVE, coche oficial con lunas tintadas, helicóptero? ¿Se plantó en Madrid vía París, Frankfurt o Londres para no tener que arrastrar su culo excelso por inmundas y pestilentes tierras españolas? God only knows!

Lo del pobre Puigdemont es un sinvivir. Entiendo que cobre el triple que cualquier político español, porque lo que aguanta no se paga ni con Mastercard

Destapado el asunto, Puigdemont, con rictus de "¡Señor, aparta de mí este cáliz!", se ha tenido que enfrentar a la regañina de Anna Gabriel y sus Alegres Cuperos del Mambo Bolchevique; al rapapolvo inmisericorde de Inés Arrimadas; al cabreo de Miquel Iceta y a la indignación de Lluís Rabell, en sede parlamentaria. Y como guinda a tanta amargura, van y le entregan nueva advertencia del TC en mano, en la que se le recuerda que "o bien deja usted de hacer el apache chiricahua, o le mandamos al Séptimo de Caballería; que lo sepa, guapi...".

Lo de este pobre hombre, por tanto, es un sinvivir. Yo entiendo que cobre el triple que cualquier político español, porque lo que aguanta no se paga ni con Mastercard.

Artur Mas, por su parte, vive instalado en el frenesí, fuera de control, enajenado, entregado a sus conferencias; porque no hay nada que le guste tanto a este ególatra como subirse al púlpito y admonicionar a la parroquia. Lo ha hecho en Madrid y en el País Vasco, junto a un Ibarretxe amojamado, y lo hará próximamente en Oxford y en Harvard, en su empeño por internacionalizar el Proceso y convencer al mundo de que "nos atacan por tierra, mar y aire, y ya sólo nos queda como única vía de escape arrojarnos a las llamas". Su adlátere, Jordi Turull, asiente compungido, circunspecto, y asegura que lo que están haciendo con Cataluña es como lo del 23F, un golpe de Estado en toda regla, porque van a por todos y todas con su maldita ley en la mano, incluída Carme Forcadell y los miembros de la Mesa del Parlament. Como apostilla a tanta majadería, asoma la nariz Quico Homs, el ximplet --cuyo juicio ya ha comenzado-- y asevera: "Hagan lo que hagan, ya han perdido. Es el fin de España".

Y todo esto ocurre al tiempo en que salen a la luz pruebas, testimonios e informaciones demoledoras de la nauseabunda corrupción de Convergència, apuntando  en esta ocasión directamente a Artur Mas y a Germà Gordó

Y todo esto ocurre, y se dice, al tiempo en que salen a la luz pruebas, testimonios e informaciones demoledoras de la nauseabunda corrupción de Convergència --apuntando  en esta ocasión directamente a Artur Mas y a Germà Gordó--, cuya sofisticada red de financiación ilegal les permitía, eso parece, recibir aportaciones y donativos allende las fronteras del Reino Milenario. El dinero llegaba desde Alicante, Murcia, empresas con sede social en Valladolid, e incluso desde el Manantial de Aguas Virginales de Bollullos de la Sierra. Resumiendo: de mierda, hasta las cejas.

Por toda esa corrupción, por todo ese afán de poder, por la plutocracia de unos pocos --desesperados por salvar cuello, culo y patrimonio--, Cataluña está como está: tapando miserias a base de esteladas y consignas, ahogada en patriotismo rancio y desaforado; desencuentro permanente; chulería recalcitrante e hispanofobia indigna. Ahí queda, para vergüenza eterna de todos ellos.

Dicho esto, les recuerdo que los de la ANC llamarán en breve a su timbre --tal y como ya anuncian en prensa-- para convencerle de las bondades del Nou Estat. Le dirán que usted cobrará el 6500% de la jubilación que le corresponde --mínimo doce mil euros al mes--; que el helado será ahora langosta, y que respetarán su lengua y sus derechos. Sonría. Exíjales que todo lo prometido lo firme el President Puigdemont, ante notario, con los bienes de cien familias con dieciséis apellidos catalanes como aval.

Y dese el gustazo de darles con la puerta en las narices.