La hoja de ruta elaborada por Junts pel Sí, antes de las elecciones del 27 de septiembre de 2015 a la Generalitat de Cataluña, afirmaba que "si la ciudadanía de Cataluña escoge a través de las elecciones del 27 una mayoría de diputados a favor de la independencia, se iniciará un proceso hacia la creación de un Estado independiente".

Estas afirmaciones se hacían sin rubor, a pesar de que una mayoría de escaños no significa mayoría de votos. Esta ley, pensada para elegir un parlamento con unas competencias específicas y para un periodo determinado, es una ley electoral española que no han querido modificar aunque tienen competencias para hacerlo. En las elecciones del 27S, aunque con mayoría en el Parlament, obtuvieron menos de la mitad de los votos.

A pesar de tales procederes, cínicamente, se afirma en la hoja de ruta que la pulcritud democrática estará presente en todo el proceso a partir de dichas elecciones, hasta la constitución del nuevo Estado que culminará en un referéndum, pasando por el proceso de elaboración de la nueva Constitución, todo ello también de forma democrática.

En ese documento se puede leer que el proceso hacia la creación de un Estado independiente consta de un proceso constituyente en dos fases. La primera fase comenzaba después del 27S con una declaración de inicio del proceso de independencia, con la creación de las estructuras de Estado necesarias desde un gobierno de concentración y el inicio del proceso constituyente de base social y popular. Posteriormente se procedería a la proclamación de la independencia, que supondría la desconexión respecto al ordenamiento jurídico español y en la aprobación de la ley de transitoriedad jurídica y de la ley del proceso constituyente.

Como el plazo de 18 meses a contar desde el 27 de septiembre de 2015 se ha cumplido el 27 de marzo de 2017, deduzco que ya disponemos de estructuras de Estado, del gobierno de concentración y debemos estar a punto de culminar una gloriosa declaración de independencia

La segunda fase será de carácter institucionalmente constituyente y comprende la celebración de unas elecciones constituyentes, la culminación del proceso de creación del Estado independiente con la aprobación de la Constitución y su ratificación mediante referéndum. La previsión es que las elecciones constituyentes se realicen en un periodo máximo de 18 meses desde la celebración de las elecciones plebiscitarias del 27 de septiembre.

Como el plazo de 18 meses a contar desde el 27 de septiembre de 2015 se ha cumplido el 27 de marzo de 2017, deduzco que ya disponemos de estructuras de Estado, del gobierno de concentración, ya estamos empezando el proceso constituyente de base social y popular, ya nos hemos desconectado de la legalidad española puesto que algunos ya disponen de sus correspondientes inhabilitaciones, juicios, imputaciones y recursos propios en paraísos fiscales, y debemos estar a punto de culminar una gloriosa declaración de independencia. Es por esta razón que Puigdemont ya está preparando la maquinaria para la convocatoria de elecciones que esta vez no serán plebiscitarias, sino que serán constituyentes.

Por supuesto que todo ha sido claro y transparente como de cristal fino y tan democrático que no tenemos nada que envidiar a ningún país moderno, porque si la mitad de los parlamentarios no conoce lo que está preparado, no es por falta de democracia, sino por evitar discusiones y por un sentido práctico de las cosas. La única duda que tengo es si el referéndum se hará para decidir si queremos o no la independencia, o si ya será para votar la Constitución, que ya debe estar preparada democráticamente por el juez Vidal.

Por mi parte, creo que podemos pasar del referéndum para decidir el sí a la independencia, porque ya se sabe que a los referéndums los carga el diablo y siempre ha habido expertos en ganar referéndums poco democráticos, me vienen a la memoria los inefables referéndums de Franco y no desearía que pareciera lo mismo.

Finalmente, para conseguir el tan anhelado nuevo Estado, solo tendremos que negociar con el maléfico Estado español, tal como consta en la hoja de ruta

Algunos están ya animándose en la posible ocupación del parque de la Ciudadela, a donde irán a merendar, para evitar que la policía desaloje a los parlamentarios inhabilitados. El problema que veo a esto es que cuando lleven unos días sin ducharse y sin comer decentemente, igual les entran ganas de salir a respirar aire fresco. La otra pega es que quizás, en estas condiciones, solo deseen estar en el Parlament los inhabilitados y algunos sosegados seguidores. Es una lástima que un parlamento sin la mayoría de los parlamentarios no siga siendo un parlamento, pero no tengo dudas de que, con la astucia que caracteriza a nuestros gobernantes, sabrán resolver la situación con elegancia.

Finalmente, para conseguir el tan anhelado nuevo Estado, solo tendremos que negociar con el maléfico Estado español, tal como consta en la hoja de ruta: el reparto de activos y pasivos, la subrogación de convenios, la gestión de las fronteras con el Estado, los traspasos de funcionarios y organismos y aspectos clave en cuanto al sistema energético, la cuenca del Ebro o el espacio radioeléctrico, entre muchos otros. En relación a los acuerdos de reparto de bienes, habría que negociar todos los bienes materiales que España administra actualmente en Cataluña (por ejemplo, infraestructuras como carreteras, puertos y aeropuertos, inmuebles, etc.), los bienes que España tiene en el extranjero y que son compartidos y los bienes económicos y financieros, que incluyen los activos (fondos de la Seguridad Social, fondos de compensación, etc.) y los pasivos (deudas de Cataluña avaladas por España y deudas de España que podrían corresponder a Cataluña), entre otros. Luego vendrá el tan anhelado reconocimiento internacional.

Visto lo fácil que es negociar un convenio con los trabajadores de la estiba, la independencia se me antoja un proceso sencillo y de buen rollo. Seguro que nos olvidamos de todo lo demás pero, como decíamos de pequeños, "se nos hará más largo que un día sin pan".