El expresident Puigdemont sigue generando ríos de tinta cada vez que realiza cualquier tipo de declaración o manifiesta públicamente su visión de su realidad, pues nos deja, no ya sorprendidos, sino, al menos en mi caso, estupefacta.

La más reciente excentricidad es su afirmación sobre que quizás el 1-O hubo "excesos en la resistencia pasiva". Esto de los excesos en la resistencia se traducen en coches volcados de la Guardia Civil, destrozos de mobiliario urbano, cientos de agentes heridos, funcionarios de justicia obligados a salir por una ventana para poder escapar del secuestro al que estaban sometidos, etc.

Porque, no nos engañemos, la resistencia, sea activa o pasiva, es oponerse con o sin fuerza a algo. Si además esa resistencia pasiva resulta que tiene excesos es equivalente a hablar de abusos, blanco y en botella. La verdad es que es cuasi admirable la facilidad que tiene el expresident Puigdemont para tergiversar la realidad. Y es que en su recurso ante el Tribunal Supremo contra el auto de procesamiento alega, además de lo dicho, que no se ha dejado a su defensa intervenir en la causa.

Desconozco la intervención que se le ha negado a la defensa, pero déjenme que sea ilusa y confíe en que el magistrado que instruye la causa haya actuado correctamente. Máxime cuando el señor Puigdemont se encontraba en situación de rebeldía procesal después de haber sido citado personalmente y no haber comparecido en la causa, no siendo materialmente posible solicitar diligencia alguna mientras se encontraba huido.

Toda la vida creyendo que hay que afrontar las cosas y que mejor es dar la cara, y parece que no

Pero la suerte corre de parte del señor Puigdemont, que posiblemente va a ver recompensada su huida si el juez Llarena admite finalmente la extradición sólo por la malversación, que en todo caso será de las que conllevan hasta doce años de prisión, frente a las penas de hasta 30 años que pueden afrontar los que no han huido y se encuentran en situación de prisión provisional.

Toda la vida creyendo que hay que afrontar las cosas y que mejor es dar la cara, y parece que no. Me explico. Teniendo en cuenta que el Tribunal alemán de Schleswig-Holstein no ha considerado que se dé en la conducta del señor Puigdemont la violencia que requiere el delito de rebelión (en su código penal, alta traición), el horizonte del señor Puigdemont se suaviza sobremanera. En materia de extradición rige el principio de confianza mutua, que hasta ahora conllevaba que el tribunal del país requerido se limita a verificar los hechos expuestos por el juez requirente. En este este caso, el tribunal alemán debía haber comprobado que los hechos descritos por el juez Llarena --en los que basa la concurrencia del delito de rebelión y la existencia de violencia (agentes heridos, daños materiales, informes policiales, etc.)-- tenían encaje en su código penal. Pero lejos de ello, lo que ha hecho es entrar a valorar conductas sin tener pruebas directas.

Esperemos que los bávaros, que también cuentan con algunos conciudadanos que reclaman su independencia, no sigan la senda del señor Puigdemont porque, pese a la firmeza del Tribunal Constitucional alemán respecto a la imposibilidad de celebrar un referéndum de autodeterminación por entender que supone una violación del orden constitucional alemán, al igual que los secesionistas catalanes, han dicho que "la lucha por la independencia no será decidida por un tribunal, sino por la voluntad --en este caso-- de los bávaros". Y vista la resolución de sus tribunales, la verdad es que lo tienen muy fácil: basta con emplear "resistencia pasiva" en lugar de "violencia", y a por un nuevo Estado. ¡Di que sí!