Pensamiento

Hotel Arts, un frenético baile de socios

29 noviembre, 2015 01:05

El emblemático Hotel Arts, sito en el puerto olímpico de Barcelona, desarrolla una envidiable velocidad de crucero y arroja jugosos resultados. Su promotora, la sociedad Hotel de la Villa Olímpica (Hovisa), contabilizó el año pasado un giro y unos beneficios de 83 y 28 millones, respectivamente. La cadena The Ritz-Carlton gestiona el establecimiento, en cuyos bajos se ubica el Casino de Barcelona, el más rentable de la red liderada por la opulenta familia Suqué Mateu.

La andadura de Hovisa ofrece rasgos apasionantes. Si bien hoy gana dinero a capazos, su existencia no ha discurrido siempre sobre una alfombra de rosas, ni mucho menos. Bien al contrario, está plagada de vicisitudes amargas, algunas de corte rocambolesco. La compañía se fundó a finales de los años 80 del siglo pasado. Contaba fundamentalmente con dos accionistas. Uno, el visionario norteamericano Ware Travelstead, de imaginación y entusiasmo desbordantes. El otro, la firma japonesa Sogo, floreciente cadena de centros comerciales de lujo.

Su objetivo reposaba en erigir un hotel icónico de la Barcelona del momento. Desde el inicio, el proyecto sufrió un alud de problemas e imprevistos. Debido a ellos, su ejecución comenzó con mucho retraso. Luego, todo se desmadró.

A la sazón, los trabajos para los próximos Juegos se apelotonaban, el personal escaseaba, sus salarios subían sin tasa y el sector de la edificación no daba abasto para cumplir sus compromisos. Travelstead, nervioso, tomó una decisión de alto riesgo: contrató a una firma constructora de Irlanda. Ésta trajo desde allí a 2.000 operarios, a quienes alojó en hoteles de Calella. El desarrollo de las obras acarreó un desastre tras otro. Los precios se dispararon. El inmueble, presupuestado en 270 millones, acabó costando 540. El rascacielos gemelo de Mapfre, situado en el mismo enclave, salió por menos de la mitad.

El hotel se inauguró a trancas y barrancas para los juegos. Pero dos meses después de su clausura, el enorme endeudamiento contraído por Hovisa agotó su capacidad financiera y la forzó a declararse en suspensión de pagos, con un pasivo de 360 millones.

Durante 16 años lució el dudoso honor de ser el percance mercantil de más calibre habido nunca en Barcelona. A finales de 2008 lo superó la ladrillera Habitat, participada por las familias Andic, Cuatrecasas, Figueras, Rodés y Suñol, con deudas de 2.300 millones.

De mano en mano

A raíz del descalabro, los japoneses se desembarazaron de su socio Travelstead, pero aun así, Hovisa fue de mal en peor. Sus cuentas sufrieron una interminable marea de números rojos. Finalmente, la matriz japonesa de Sogo, arrastrada por los quebrantos de su filial barcelonesa, instó también la quiebra en su país.

El interventor judicial decidió sacar a subasta los activos de Sogo en el extranjero, entre ellos el Hotel Arts, que embalsaba unas pérdidas de 400 millones. Un joven abogado barcelonés, Javier Faus, que había asesorado a Travelstead durante su estancia en Barcelona, articuló un grupo inversor con Deutsche Bank y el fondo americano Patron Capital. A la puja por el Arts se presentaron cinco ofertas. La más baja de ellas era la de Faus-Deutsche-Patron.

Entonces ocurrió algo absolutamente inesperado. El 11 de septiembre de 2001, poco antes del día previsto para la adjudicación, sobrevino un ataque terrorista contra las torres gemelas de Nueva York. Tres de los licitantes, norteamericanos, desistieron prudentemente. El cuarto, formado por Amancio Ortega y el grupo Metrópolis, mantuvo su postura, pero rebajada en un 20%. Faus y sus socios también podaron la suya, pero sólo un 10%. Y gracias a ello, se hicieron con el hotel, por el que desembolsaron 285 millones de euros.

A ese siguieron otros dos impetuosos cambios de propiedad. Tres años después, Patron y Deutsche Bank vendieron el 80% de Hovisa por 280 millones, y retuvieron el 20% restante. El grupo comprador se componía de Esther Koplowitz, mandamás de la empresa de construcción y de servicios FCC; el banquero andorrano Manuel Cerqueda, de Andbank; la familia Entrecanales, de Acciona; Rosalía Mera, ex esposa de Amancio Ortega; y Juan María Antoñana Latienda, navarro, ex titular de la cadena de supermercados Enaco, que había transferido a Caprabo.

Por fin, en 2006 todos ellos propinaron otro pelotazo. Traspasaron Hovisa a los fondos de inversión Banzai, por 417 millones de euros. Se trató, en su época, de la transacción inmobiliaria más descollante de la ciudad.

Pocos edificios de Barcelona han mudado tantas veces de dueños, han pertenecido a figuras de tanto lustre y han experimentado semejantes revalorizaciones.