Retrato imaginario de Ramon Muntaner

Retrato imaginario de Ramon Muntaner

Pensamiento

Ramon Muntaner, el cronista del almogavarismo

La historiografía nacionalista ha mitificado su obra para situar la épica conquistadora y colonizadora catalana medieval como el fruto de una intrínseca vocación nacional

8 julio, 2018 00:00

Nacido en Perelada en 1265, de familia nobiliaria muy próxima a la monarquía y que destacó por su fidelidad a esta. Fue testigo a los seis años de la reunión en su ciudad natal de Jaime I el Conquistador y Alfonso X el Sabio. A los 11 años participó en el séquito de Roger de Llúria cuando acompañó al infante Pere a Francia. A sus 20 años Perelada fue destruida por los franceses, por lo que Muntaner tuvo que irse a vivir a Valencia con su padre. Participó directamente en la conquista de Menorca en 1286 y realizó tres estancias en Valencia y Mallorca. Luchó contra los franceses en Sicilia defendiendo Messina. Perteneció a la Gran Compañía Catalana, formada por aragoneses y catalanes, los famosos almogávares.

De Italia marchó a Grecia y fue enviado a Constantinopla en 1303 para ayudar a los griegos en la lucha contra los turcos, bajo la dirección de Roger de Flor. Redactó el tratado entre el emperador bizantino y los catalanes y defendió Gallípolis del ataque genovés. Con los almogávares, fue compañero de Berenguer de Entença y Bernat de Rocafort, con el que tuvo muchas desavenencias. Tuvo el cargo de administrador de la Compañía, lo que le permitió acumular una fortuna extraordinaria. Fue apresado por los venecianos. Volvió a Sicilia de donde salió en 1311 para casarse en Valencia con Valençona Castell de Chirivella. El matrimonio tuvo tres hijos. Muntaner siguió sirviendo a la monarquía encargándose del traslado del futuro rey Jaime III de Mallorca, de Sicilia a Perpiñán, para entregarlo a sus abuelos. Se estableció en Valencia, colaborando al final de su vida en la conquista de Cerdeña. En sus últimos años se dedicó al comercio textil y fue jurado de la ciudad de Valencia. Hizo testamento en 1329. Se trasladó a Mallorca en 1332 donde el rey Jaime III le nombró camarlengo y baile de Ibiza. Murió en 1336. Fue enterrado en el convento de los dominicos de Ibiza. Sus restos serían después trasladados a Valencia para ser depositados en la capilla de San Macario del convento de los dominicos de esta ciudad.

Ramón de Muntaner fue el autor de una de las cuatro grandes crónicas de la Cataluña medieval, según Soldevila, escritas entre finales del siglo XIII y finales del siglo XIV. Son el Llibre dels Feyts o Crónica de Jaume I, la Crònica de Bernat Desclot o Libro del Rei Pere de Aragón, la citada de Muntaner y la del rey Pere IV. La primera y la última presuntas autobiografías de reyes. La más larga de todas es la de Muntaner. Empezó a ser redactada en 1325. Este relato cubre desde 1207, con la gestación de Jaime I el Conquistador, hasta la coronación de Alfonso IV (1328). Se escribió la obra en tres años, en primera persona. Fue redactada como para ser leída en voz alta. Se dirigía a sus presuntos oyentes como señores. Utiliza muchas fórmulas retóricas como: "Què us diré?". Extraordinario narrador, en su texto se describen las conquistas de Mallorca, Valencia, Sicilia, Cerdeña y los ducados catalanes de Grecia. El autor exalta los valores de la monarquía y el imperialismo catalán. Su concepto de Cataluña es el del pueblo elegido. La sangre, un destino común y la lengua, serán, para Muntaner, las señas de identidad de Cataluña. Su apuesta política es la unión de los reinos (la mata de jonc). Se refiere siempre a la dinastía como el casal d'Aragó.

Los valores literarios son tan incuestionables como discutible es la veracidad del contenido informativo de la crónica. El gran crítico de la obra de Muntaner ha sido Stefano M. Cingolani, que no ha dudado en subrayar las corruptelas de su vida personal y la idealización romántica que se ha hecho de una obra que busca, ante todo, situar la épica conquistadora y colonizadora catalana como el fruto de una intrínseca vocación nacional.

Ciertamente mitificado por la historiografía nacionalista catalana, su retrato forma parte de la galería de catalanes ilustres del ayuntamiento de Barcelona creada en 1871 gracias al impulso del alcalde Rius i Taulet. El retrato de Muntaner, pintado por Josep Parera, se incorporó a la galería de retratos en 1883. Antes de Muntaner solo se habían expuesto los retratos de Antonio de Capmany, Joan Fiveller, Joan Pere Fontanelles, el rector de Vallfogona, Antoni Gimbernat, Pau Piferrer y Antoni Viladomat. La última incorporación de retratos a la galería de los 47 ilustres fue en 1971 y se trató el de Joan Maragall. Durante el franquismo se incorporan los retratos de Manuel Durán i Bas (1948), Eusebi Güell (1953), el conde Ibáñez de Íbero, marqués de Mulhacén (1953), Elisenda de Moncada (1953), Antoni Mª Claret (1954) y Antoni Gaudí (1967). Algún día habrá que escribir sobre la lógica que ha imperado en la selección de los retratos de los catalanes ilustres desde 1871 a 1971. Nadie, en cualquier caso, puede negarle a Muntaner la legitimidad de su presencia en la citada galería de la ortodoxa memoria histórica catalana.